12 septiembre 2006

Francis Bacon

Un estudio londinense en Dublín

Francis Bacon (Dublín, 1909-Madrid, 1992) nació en el número 63 de la calle Lower Baggot, pero vivió y trabajó durante buena parte de su vida en Londres, en el estudio que poseía en el número 7 de Reece Mews, en South Kensington. El lugar donde alumbró sus lienzos más conocidos era un auténtico caos de pinceles, libros y botes de pintura. El artista hacía las mezclas de colores sobre las paredes, las puertas, en las tazas de té... y prácticamente lo único que se mantenía en pie eran los caballetes que el artista utilizaba para sus creaciones. Pintaba en la más absoluta intimidad y sólo dejó que una persona, su amante y a la postre heredero John Edwards, lo contemplará en pleno éxtasis creativo.
Tras fallecer víctima de un ataque al corazón sufrido en la capital española en 1992, Edwards donó el estudio londinense y todos los objetos que contenía a la Hugh Gallery de Dublin. En agosto visité el lugar y quedé hechizado por el estudio de un loco que, además, fue uno de los últimos genios pictóricos del siglo XX. Sólo es posible echar un vistazo al interior del estudio a través de unas ventanas de cristal blindado que complican ostensiblemente la toma de fotografías. ¿Pero cómo fue trasladado a Dublín un estudio que estaba ubicado en Londres? Los arqueólogos Edmund O'Donovan y Blaze O'Connor, ayudados por el fotógrafo Perry Ogden, se ocuparon de su reconstrucción exacta, incluidas las manchas de pintura en las paredes y el polvo que cubría los objetos, empleando las mismas técnicas que se utilizan en las excavaciones.
Realizando un trabajo auténticamente arqueológico, trazaron una cuadrícula del espacio, y marcaron y fotografiaron los más de 7.000 objetos apilados o desparramados por el suelo, entre ellos 100 lienzos, 2.000 pinceles y 70 bocetos. El estudio se ha convertido en un santuario hasta el que peregrinan miles de aficionados al arte todos los años. Merece la pena tomarse varios minutos para observar detenidamente el sinfín de objetos que pueblan el lugar donde trabajó Francis Bacon: una alfombra de periódicos cubre buena parte de la estancia en la que se encuentran apilados botes de pintura, libros, discos, fotografías y diversos bocetos. Se puede ver un par de botas sueltas y un abrigo colgado de la pared. Y hay varios lienzos rasgados, pues el pintor irlandés destruyó abundante obra.