31 marzo 2007

Premio Caborian Shot (CSHOT)


Galardonado el reportaje sobre Julieta Venegas

Para alguien a quien no le toca nunca nada siempre es una satisfacción recibir un premio. El galardón lo otorgan desde Caborian, unos foros de Internet dedicados a la fotografía digital donde participan, por amor al arte, cientos de aficionados, y también algunos profesionales, que comparten con la comunidad sus inquietudes fotográficas.
Cuatro o cinco veces a la semana, los moderadores del sitio suelen escoger un trabajo de entre los mejores subidos al foro para premiarlo con el anhelado galardón Caborian Shot (CSHOT). Ayer, 30 de marzo, eligieron el reportaje que El Humilde Fotero del Pánico realizó en el concierto ofrecido por la mexicana Julieta Venegas en el Festival Sagarrondotik de Hernani. Como foto representativa del reportaje han optado por la imagen que figura bajo estas líneas.
Sólo quería compartir esta información con vosotros porque esta distinción me ha hecho mucha ilusión, sobre todo por el gran nivel existente en Caborian: basta con leer algunos mensajes publicados en el foro o con echar un vistazo a las últimas imágenes que han accedido al "Olimpo" del CSHOT. Ver otras fotos premiadas.

Imagen escogida por Caborian para representar al reportaje premiado.

19 marzo 2007

Sagarrondotik (1): Atom Rhumba

Ponga un saxo en su banda de rock & roll


Lo dicho. Ponga un saxo en su banda de rock and roll y compruebe el resultado. Es sorprendente. Obtendrá un sonido contundente, pleno de fuerza y rabia. Si el vocalista en lugar de cantar aúlla y gruñe, y en la formación milita un show man llamado Iñigo Cabezafuego con pelo a lo afro, camisa con chorreras y que se contonea como un poseso mientras aporrea el teclado y agita las maracas, el éxito está garantizado.
El combo vizcaíno Atom Rhumba mezcló todos estos ingredientes con unas gruesas pinceladas de blues y unas gotas de funk y se convirtió en uno de los grupos de culto de la escena actual.
¿O no?

13 marzo 2007

Paris (1)

Bajo otro prisma


Es el sueño de cualquier turista. Ir a un país desconocido y vivir experiencias que no vienen recogidas en las guías, huir de las colas y de las aglomeraciones, descubrir lo más certeramente posible cómo es la vida cotidiana del lugar. ¿Se puede ir a París y no traer las habituales postalitas de la torre Eiffel, el Arco del Triunfo o el Sacré-Coeur? Posiblemente no. Pero sí es posible mirar la ciudad con otros ojos. Una gran urbe como la capital gala permite al paseante que opta por perderse por sus calles encontrarse con un mitin a favor de la liberación del Tibet, un concierto de jazz en unas catacumbas de Saint Germain o un deslumbrante museo prácticamente desconocido -la Orangerie- a escasos metros del gran Louvre. Las siguientes imágenes pretenden mostrar, humildemente, cómo es París, vista bajo otro prisma.

08 marzo 2007

Concierto en el Velódromo (sin fotos)

Pequeño gran Fito

Fecha
. Viernes, 2 de marzo de 2007. Lugar. Velódromo de Anoeta. Intérpretes. Fito & Fitipldis: Fito Cabrales (guitarra y voz), Carlos Raya (guitarra), Candy Caramelo (bajo), Javi Alzola (saxo y coros), Joserra Senperena (teclados y acordeón) y José Bruno El Niño (batería). Teloneros. Zodiacs. Incidencias. Al velódromo le faltaron varios cientos de personas para registrar un lleno total y la acústica pudo ser mejor.


El esquema del bolo que Fito & Fitipaldis ofrecieron en el velódromo fue calcado al del resto de conciertos que la banda ha ofrecido desde que en noviembre se echaron a la carretera con su gira Por la boca vive el pez, título de su cuarto y último disco de estudio, editado en 2006. A los getxotarras Zodiacs les tocó, una vez más, solventar la dura papeleta de ejercer de teloneros. Tras su actuación se proyectó el habitual vídeo de presentación del concierto y la característica silueta del bilbaíno se proyectó sobre el escenario con un hábil y efectista juego de luces. Entonces sonaron los primeros acordes de Un buen castigo, uno de los éxitos de su anterior trabajo, Lo más lejos, a tu lado (2003), que sirvió para consagrar a Cabrales y a su prole.
Inmediatamente llegaron Viene y va y Por la boca vive el pez, con las que el bilbaíno, tocado con su característica gorra inglesa, camiseta negra y botas camperas, dejó claro que puede pero no quiere vivir de rentas. Después alternó estos éxitos más recientes con otros temas como Whisky barato, que fueron coreados por un heterogéneo público de toda edad y condición que se mostró totalmente entregado desde los primeros compases.
Después llegarían las recientes Sobra la luz, Me equivocaría otra vez y Como pollo sin cabeza, antes de sacudir el recinto con la declaración de principios Quiero ser una estrella. Tras la tempestad llegó la calma con Cerca de las vías, viejo hit de Los sueños locos (2001) que emplearon para cerrar la primera parte del concierto con un comercial “Volvemos en dos minutos” impreso en las dos grandes pantallas ubicadas a ambos lados del escenario.
Cumplieron su palabra y regresaron en breve. Y lo hicieron a ritmo de sevillanas y con un formato más íntimo donde, sentados y más formales, desgranaron un ramillete de canciones al más puro estilo unplugged, cediendo parte del protagonismo a las guitarras acústicas y al acordeón del también teclista Semperena. Empezaron con el clásico Rojitas las orejas, incluido en el debut del grupo, A puerta cerrada (1998), y cerraron este particular concierto dentro del concierto con una revisión del Callejón sin salida de Barricada interpretado a ritmo de rumba.
Retornaron por sus fueros eléctricos con otra versión, el Deltoya de Extremoduro, y prosiguieron con otras piezas como A la luna se le ve el ombligo, el hit La casa por el tejado o el himno Soldadito marinero, con cuyo estribillo (“Después de un invierno malo / una mala primavera / dime porque estás buscando / una lagrima en la arena”) el público y los Fitipaldis mostraron una comunión total hasta que la banda, sabiamente, convirtió la balada original en una canción pasada de revoluciones.
Aún había tiempo para varios bises. En el primero Fito apareció guitarra acústica en mano y acompañado únicamente por Carlos Raya a la slide guitar en la preciosista Abrazado a la tristeza, que Cabrales dedicó a su ex compañero de filas en Platero y Tú, Iñaki Antón, Uoho. Lo mejor de la velada tuvo lugar precisamente en la recta final de la actuación, en la que el combo se manejó con mayor libertad de movimientos, sin estar tan atento al guión prefijado de una gira en la que, a ratos, las cosas parecen demasiado mecánicas. El público vibró con el soplador Javi Alzola –único fitipaldi de la formación original–, un músico en estado de gracia que elevó la temperatura del velódromo con los solos de saxo crepuscular de Medalla de cartón y Acabo de llegar.
Y cuando parecía que, tras dos horas de concierto, la cosa estaba finiquitada, Fito y su banda reaparecieron nuevamente en el escenario, brindaron con un chupito de whiksy y siguieron rockanroleando unos minutos más, con guiño al Every breath you take de The Police incluido, hasta finalizar –ahora sí – con Donde todo empieza. Arrancó suavemente y fue in crescendo para concluir con una apoteosis sonora en la que la banda, con todos los instrumentos sonando al unísono, parecía una apisonadora musical perfectamente engrasada.
Los quinceañeros, las señoras talluditas, los heavies, las pijas y los modernos con gorras británicas caladas hasta las orejas… Todos sucumbieron al arte del chaparro bilbaíno, que parece haber hallado la piedra filosofal. Porque en el Estado se pueden contar con los dedos de una mano –y aún sobran apéndices– el número de grupos que facturan rock and roll y son capaces de reventar auditorios de gran aforo. Lo curioso es que el secreto del éxito de Fito & Fitipaldis radica en algo que parece tan sencillo como rescatar los ritmos más clásicos –rock, blues, pop, rhythm & blues, rockabilly– y ponerlos al servicio de la poesía que destilan unas letras tan trabajadas como ingeniosas.
Ahora bien. Al directo quizá le faltó punch y espontaneidad. Es difícil no caer en la tentación de la repetición cuando se ofrecen más de doce conciertos al mes, pero un fan que vio el concierto del viernes en Donostia debería poder disfrutar de un espectáculo diferente el próximo sábado en Salamanca. Es un problema recurrente que aflora siempre que una fórmula tiene éxito, y el rock and roll, como todas las artes, ha de hacer lo posible por tratar de no caer en las garras del funcionariado.