14 julio 2008

Concierto de Tom Waits en el Kursaal de Donostia

Foto: RUBEN PLAZA

La más dulce de las pesadillas

Fecha y lugar. 12/07/08. Auditorio Kursaal. Donostia. Intérpretes. Omar Torrez (guitarras), Vincent Henry (viento), Casey Waits (batería y percusiones), Sullivan Waits (congas y clarinete ocasional).

Texto:Juan G. Andrés

Y
la oscuridad se hizo. Un aire de irrealidad sobrevuela el graderío. El reloj marca las 21.45 horas y la excitación es patente. Manos sudorosas, risitas nerviosas y hasta algún grito histérico.

El respetable pierde el juicio en el preciso instante en que Tom Waits canta la historia de un tipo que vendía opio, fuegos artificiales y plomo. "Dejé Texas para seguir a Lucinda ", brama con su voz de esparto, la más increíble que nunca se haya escuchado en el Kursaal. Después solicita ayuda para encerrar al diablo en el agujero (Way Down in the Hole ) con un blues árido y polvoriento; como la arena que levanta cada vez que patea el escenario con violencia.

Rescata Falling Down , bella tonada recientemente mancillada por Scarlett Johansson, y se aferra al megáfono para regresar al blues -visionario, pero siempre blues- y adulterar la adorable Chocolate Jesus . Le arropa una eficaz comparsa de instrumentistas que pueden soplar dos saxos a la vez o introducir con aires flamencos All The World is Green , la canción que proclama que todo el mundo es verde.

Y el tiempo se detiene. Waits se cuelga la eléctrica y ofrece la mano a un público que enmudece cuando araña los versos de la hermosa nana Hold On : "Aguanta, resiste".

Sin embargo, la calma se quiebra abruptamente cuando la banda salta la valla del camposanto para interpretar Cemetary Polka , que desata la vena más cabaretera del californiano. Prosigue con la oscura y apocalíptica Dirt in the Ground , donde advierte de que "todos seremos sólo mugre en la tierra", y da un volantazo para girar hacia el reggae que merodea sobre Black Market Baby . Y la locura explota con los ritmos sincopados de la incendiaria Lie To Me , interpretada antes de la tenebrosa Misery is the River of the World .

"Thank you very much", musita su deshilachada voz de tinieblas mientras se sienta solo al piano. Viaja muy lejos en el tiempo y brinda al auditorio el clásico más añejo de la velada: "Así que trepad por ese ojal / caeremos escaleras arriba / y os enseñaré dónde crecen los cartones de vino". On The Nickel . Sublime.

Sigue acariciando las teclas, que sirven de colchón a sus hilarantes comentarios entre Johnsburg, Illinois , Tango Til' They're Sore y -¡por fin!- Innocent When You Dream . El público forma un coro de 1.800 gargantas trémulas que hacen lo posible por que el llanto no ahogue uno de los estribillos más bellos jamás escritos: "Son recuerdos lo que robo / pero eres inocente cuando sueñas".

El grupo al completo regresa en clave latina, dotando de sentido a la palabra ritmo con Hoist that Rag . Un aguacero de confeti cae sobre el escenario cuando el chamán Waits invoca a la lluvia en la no menos brillante Make it Rain , que da paso a otra joya, Cold Cold Ground . Canta aquello de "Nunca iremos a la ciudad / antes de enterrar nuestros sueños / en la fría fría tierra" y los ecos del acordeón aún resuenan cuando acomete la fúnebre November. Y llega Jesus Gonna Be Here , un gospel infernal que encandilaría al mismísimo Lucifer. La última parada de la locomotora sonora del tío Tom se llama Singapore . "Gracias, ha sido una gran noche", confiesa, sudoroso y pleno de gratitud.

Su escalofriante aullido no tarda en atronar de nuevo en la canción de la rosa pisoteada, Trampled Rose , y su alma de clown histriónico se libera en Eyeball Kid , en la que aprovecha para pasear su ojo por todo el recinto en un desternillante número circense que el perro de lluvia clausura con la descarnada Anywhere I Lay my Head . Las luces se encienden pero él no reaparece, y algunos se pellizcan para comprobar que no han presenciado un espejismo. Más que un sueño, Waits protagonizó una pesadilla musical de la que muchos no habríamos querido despertar jamás.