15 mayo 2011

Pedro San Martín (1971-2011)


In memoriam

Helados
nos hemos quedado con la noticia del fallecimiento de Pedro San Martín, bajista del grupo donostiarra La Buena Vida. Según informa Rockdelux, el músico falleció ayer en accidente de coche cuando se dirigía a Burgos para asistir a un concierto de Nacho Vegas. A modo de homenaje rescatamos esta imagen inédita de nuestro archivo: es del concierto que LBV ofreció en el Festival Donostikluba de 2009. Puede parecer lo contrario por el simpático gesto que Pedro dedica a la cámara, pero yo no le conocía pese a haber coincidido con él en múltiples ocasiones. Su muerte es un terrible mazazo, en primer lugar para su familia, amigos y allegados, pero también para la música del país. Muchísimo ánimo y fuerza para todos.

14 mayo 2011

Concierto de Maika Makovski, Ainara LeGardon y MobyDick


Aullidos

LA del jueves fue noche de lobos en Gazteszena, la guarida que albergó uno de los carteles más redondos y notables de los últimos meses. El primero en aullar fue el getxotarra Eneko Burzako, nombre de pila de MobyDick, el songwriter del momento. Las canciones de su única maqueta -And then she became God's friend (2009)- le encogen a uno las tripas y el corazón, y la sensación se multiplica en directo cuando la guitarra le sume en una especie de trance y su voz se convierte en un lamento ronco y visceral, casi chamánico. No hay impostura ni falsa pose, sólo un puñado de emocionantes melodías y versiones de temas como Old Man (Neil Young), I See A Darknees (Bonnie Prince Billy) y Venus in Furs (Velvet Underground).

Los siguientes aullidos corrieron a cargo de otra vizcaina, en este caso afincada en Madrid, que debería visitar más a menudo estos pagos. El intensísimo rock gutural de Ainara LeGardon convirtió la sala en una olla a presión, especialmente cuando tocó acompañada solo por un batería de espectacular pegada. Ainara se desgañitó, rasgó con furia su eléctrica y sus botas negras repartieron patadas voladoras en un palpitante concierto que, para muchos, fue la sorpresa de la velada.

Pero faltaba por salir Maika Makovski, que aulló como si hubiera luna llena. También maulló, cuando fue necesario, en las piezas delicadas, aunque en general su sonido fue urgente, crudo y muy enérgico, gracias al buen hacer de una superbanda -Oskar Benas, David Martínez y Juan Carlos Luque- que aportó mil y un matices sonoros a la versátil voz de la sexy mallorquina.

Los tres protagonistas, por supuesto, no aullaron en soledad: tuvieron siempre la complicidad del público, que participó eufórico y jubiloso de un aullido divertidamente colectivo.

08 mayo 2011

Concierto de Bart Davenport en Donostia


El arte de desnudar un repertorio

Fecha y lugar.
06/05/2011. Sala Kontadores. Donostia. Intérprete. Bart Davenport (voz y guitarra). Incidencias. El dúo guipuzcoano Napoka Iria ejerció de telonero.

S
OSTIENE Bart Davenport que "una de las cosas más bonitas de actuar en acústico es que puedes desnudar una canción, quitarle todos los ornamentos y revelar su belleza interior". No le falta razón al estadounidense, pero oculta, quizá por modestia, que hace falta mucho tacto y talento para quitarle la ropa a un repertorio con la voz y la guitarra como únicos apoyos.

Abundan, especialmente en tiempos de crisis, los artistas que giran en plan solista para abaratar costes y ahorrarse el jaleo de actuar con banda. Algunos llaneros solitarios pueden alcanzar cotas de emoción incomparables -recientemente han visitado estos lares Damien Jurado o Neil Hannon- , pero la gran mayoría no aguanta más de dos asaltos sin que el público pierda la atención y caiga aletargado por un show monocorde y soporífero. Desde luego, no es el caso de Davenport, que el viernes embelesó a la audiencia de Kontadores con una sencilla pero magnífica sesión de striptease musical.

El californiano desvistió sus melodías pop con una elegancia exquisita, cierto desenfado y mucha simpatía. Cantó sus composiciones con una voz maravillosa y tocó la acústica con actitud y pose de rocker clásico en unas ocasiones, y con aires de trovador brasileño en otras. Entre los temas ajenos que interpretó destacaron una soleada versión de "unos amigos noruegos" -el Cayman Islands de Kings of Convenience- y la deliciosa Maria Bethania, de Caetano Veloso, con la que se hizo más patente la influencia de la bossa nova. Sentados en el suelo, con la atención de quien escucha historias alrededor del fuego, los espectadores celebraron y aplaudieron la desnudez de un manojo de canciones extraordinarias.


06 mayo 2011

Concierto de Yann Tiersen en Donostia


Metamorfosis constante

PARA
muchos artistas de éxito el tiempo suele convertirse en un cómodo lecho sobre el que descansar con una apuesta que funciona, segura e inmutable. Otros, en cambio, prefieren arriesgar e invertir los años en experimentar y buscar nuevas (y polvorientas) sendas sonoras. Es el caso de Yann Tiersen, que el miércoles actuó en el Victoria Eugenia un lustro después de su anterior visita a Gazteszena. Dos actuaciones en cinco años que sirven para tratar de describir la transformación que ha sufrido la música del galo.

Tiersen ha ido dejando de lado los hermosos arreglos de antaño para escorarse hacia el rock progresivo e intenso que unas veces recuerda a Pink Floyd en sus desarrollos vocales y otras a My Bloody Valentine por los muros de sonido. En su concierto de 2006 ya dio pistas sobre su querencia por las guitarras crudas y saturadas, pero ahora emplea un tono más grandilocuente, sin demasiado espacio para los ricos matices que siempre definieron su música. Pese a su condición de multi-instrumentista, tocó casi en exclusiva la guitarra y se prodigó poco con ese violín que antes machacaba hasta destrozar el arco. Usó la mandolina eléctrica pero no se acercó a los teclados, al acordeón ni al piano de juguete. A cambio, otorgó más importancia a samplers y programaciones que a veces recordaban a los ritmos electrónicos de Animal Collective.

El conjunto supo a poco -duró una hora y cuarto escasa, casi tanto como la actuación de la fiera telonera Shannon Wright- y sonó bastante oscuro, quizá porque el show lo presidió su último álbum, Dust Lane, influenciado por la muerte de su madre y de un amigo íntimo. Aunque hubo pasajes memorables -la canción de los alaridos, el siempre acongojante solo de violín de Sur Le Fil y un country cenagoso, entre otros-, Tiersen y su banda generaron dos tipos de frustración. Por un lado, la de los incautos desinformados que aún esperan escuchar las melodías de Amélie y Good Bye Lenin -bandas sonoras que, por cierto, las radios no dejaron de pinchar en los días previos-; por otro, la de quienes preferimos la vía intermedia entre sus antiguos trabajos repletos de bellas orquestaciones y su actual estilo que, aun siendo interesante, resulta más estridente y monótono. Todo apunta a que un eventual retorno de Tiersen a la ciudad -¿dentro de otros cinco años?- nos pondría frente a un músico diferente, reinventado y en constante metamorfosis.