21 febrero 2012


Aquellas cálidas vacaciones de febrero

Fecha y lugar.
17/02/12. Centro cultural Intxaurrondo. Donostia. JOSH ROUSE. Josh Rouse (voz y guitarras), Caio Bellveser (bajo, acordeón, voces), Xema Fuertes (guitarra, banjo, batería, voces). NAPOKA IRIA. Ander Mujika (guitarra), Miren Narbaiza (voz y guitarra). Aforo. Más de media entrada.

LA
última vez que visitó Donostia en octubre de 2010 lo hizo con idénticos compañeros pero en formato desenchufado. Tras la corta pero deliciosa sesión del dúo Napoka Iria, el viernes Josh Rouse se decantó por una fórmula intermedia que puso la electricidad de su Fender Telecaster al servicio de una irresistible colección de canciones ricas en matices y coloridos arreglos. El secreto del estadounidense nacionalizado en Valencia parece descansar en su talento para crear pegadizas, delicadas y elegantes melodías que se integran en la vida de quienes las escuchan con tremenda facilidad y felicidad. Bastaba con ver las generosas sonrisas de quienes en primera fila tarareaban esas tonadas pop que tan bien conjugan elementos del jazz, la bossa-nova y otros estilos.

En Intxaurrondo repasó la mitad de su último disco, Josh Rouse & The Long Vacations (2011), bautizado con el nombre de la banda que le acompaña. Bellveser (bajo, acordeón) y Fuertes (banjo, batería, guitarra) no solo mostraron su destreza de polifacéticos instrumentistas en piezas como To the Clock, to The City, Oh, Look What The Sun Did! y Diggin' in the Sand; también realizaron un trabajo esencial en los coros que, sumados a la siempre atinada la voz de Rouse, propiciaron armonías vocales más que bellas. Por supuesto, tampoco faltaron éxitos de sus discos más celebrados y temas como 1972, Quiet Town o Lemon Tree sonaron maravillosos.

Sentado en la banqueta del batería, Josh ofreció un breve set en solitario y con la guitarra acústica. Quiso complacer al espectador que le había pedido Come back y comenzó a tocarla a pelo; pero hacia la mitad se detuvo, volvió a coger la eléctrica e hizo regresar a sus músicos: "Esta canción necesita un bajo". Y así, de manera fresca y divertida, transcurrió un concierto de ritmos soleados y luminosos, una bonita función que los espectadores vivieron con el relajo de los grandes e inolvidables días de asueto. Como unas breves pero cálidas vacaciones de febrero.

Publicado en el periódico Noticias de Gipuzkoa.

20 febrero 2012

Concierto de Lisabö y Joseba Irazoki en Gazteszena


Riesgo, visceralidad y catarsis

Fecha y lugar.
16/02/12. Sala Gazteszena. Donostia. LISABÖ. Karlos (voz y guitarra), Javi (voz y guitarra), Eneko (batería), Iván (batería), Xabi (bajo). Joseba Ponce (bajo y guitarra) acompañó al grupo al final del concierto. JOSEBA IRAZOKI. El beratarra usó guitarra, bombo, platillo, txistu, maraca, etc. Al final, Félix Buff tocó la batería con él. Aforo. Prácticamente lleno.

TRES
baterías y un bombo sobre el escenario hacían presagiar que la noche del jueves sería movidita en Gazteszena. El telonero Joseba Irazoki, uno de los músicos más creativos y audaces del momento, actuó en clave de hombre-orquesta. Vestido de riguroso rojo -"Me han dicho que parezco Jack White", dijo- y pertrechado de sus pedales de loops y efectos, sorprendió con una insólita mezcla de guitarra y txistu, cantó a bombo y platillo, agitó una maraca artesanal y frotó un viejo walkman encendido contra las seis cuerdas. Si el último concierto que el beratarra ofreció en Altxerri tuvo un carácter acústico y más reposado, este fue decididamente eléctrico y convulso: Irazoki evisceró blues y rock de ultratumba, con canciones que a veces remitían al Tom Waits más descarnado. Al final de su breve función invitó a Felix Buff (batería del grupo Willis Drummond y colaborador habitual) a presentar dos temas de su esperado siguiente disco. Todo bastante experimental, muy insólito y tremendamente divertido. Necesario al fin y al cabo.

Tras el descanso, solo quedaron sobre las tablas dos baterías, dos guitarras y un bajo. Eran los instrumentos del grupo que desde la reciente publicación de Animalia lotsatuen putzua (Bidehuts, 2011) no ha cesado de cosechar elogios y acaparar portadas de publicaciones especializadas. Con semblante concentrado y en medio de una creciente expectación, los cinco miembros de Lisabö ocuparon sus puestos colocados en forma de U invertida. El primer golpe cuádruple de baquetas en Oroimenik gabeko filma cayó como un mazazo sobre la audiencia y no fue sino una violenta declaración de intenciones de lo que estaba por llegar: casi hora y media de concierto intenso, desgarrador y catártico.

La luz -abundante, blanca e inmóvil durante toda la sesión- contrastaba con la oscuridad de una música que, según confiesan sus autores, les sirve para vaciarse en cada actuación. Algo parecido puede sucederle al público que acepte entrar en el juego de una apuesta arriesgada, contundente y enérgica, que tiene poco de melódica y mucho de grito visceral: en definitiva, que va más dirigida a las entrañas que al cerebro. Por eso, tal vez no importe tanto que el fragor del directo impida apreciar del todo bien las letras de Martxel Mariskal, cuya voz pregrabada sonó al inicio de Ez zaitut somatu iristen.

Lo importante es dejarse llevar por la experiencia, contemplar cómo Karlos y Javi se desgañitan y contorsionan en cada acorde de guitarra; admirar el espectáculo de batería sincronizada de Eneko e Iván y comprobar que el bajo de Xabi se acopla perfectamente al sonido del combo. Sin embargo, un viaje sonoro de esa densidad puede no ser fácil ni cómodo y, cuando menos, obliga a respirar hondo en las escasas pausas entre tema y tema. Después de los bises, en los que sonó la versión del Gure hitzak de Laboa y tocó como invitado Joseba Ponce (Dut, Kuraia), algunos espectadores confesaban no haber logrado introducirse en esa centrifugadora de emociones. Es perfectamente entendible porque de un concierto de Lisabö no se sale con el mismo ánimo con el que se entra. Para bien o para mal, algo se remueve en tu interior, y eso no pueden conseguirlo muchas bandas en miles de kilómetros a la redonda...

Publicado en el periódico Noticias de Gipuzkoa.