26 marzo 2012

Concierto de Tindersticks en Donostia

Llueve sobre mojado

Fecha y lugar. 23/03/12. Teatro Victoria Eugenia. Donostia. Intérpretes. Stuart A. Staples (guitarras), David Boulter (teclados), Neil Fraser (guitarra), Dan McKinna (bajo), Earl Harvin (batería), Terry Edwards (saxo y teclados). Incidencias. Tres cuartas partes del aforo completo. Al inicio actuó como telonero el multiinstrumentista francés Thomas Belhom.


NO
hubo sorpresas el viernes en el retorno de Tindersticks al Victoria Eugenia donostiarra. El grupo inglés volvió a ofrecer una auténtica exhibición de pop inmaculado y melancólico a la que, como decían algunos seguidores al encenderse las luces, solo se le pueden reprochar dos minucias: no haber sido un poco más generosos con los temas antiguos y no haber hecho un pelín más de ruido. Por lo demás, con Stuart A. Staples y los suyos llueve siempre sobre mojado, aunque en ningún caso ello debe entenderse en sentido peyorativo, sino como reafirmación de una banda que es siempre un valor seguro y sinónimo de calidad.

Con su último trabajo, The Something Rain (2012), ocurre algo parecido. Si bien no aporta excesivas novedades a la excelencia del grupo, se encuentra a la altura de sus ocho álbumes anteriores, y por eso tampoco fue inapropiado que lo tocaran en su integridad. Quizá para despistar, comenzaron con Blood, una de sus más antiguas canciones, recuperada de su debut homónimo de 1993, y continuaron con If you're looking for a way out y Dick's slow song. Acto seguido, el líder tomó la guitarra acústica, se sentó en una silla y cedió el protagonismo a David Boulter, que desde su teclado recitó Chocolate, esa pieza no cantada que, sobre la base de tres simples acordes, va creciendo embriagadoramente hasta lograr atmósferas maravillosas.

Porque los forajidos de Nottingham son los maestros del clímax. Así quedó evidenciado en los otros temas nuevos que fueron alternando en su actuación. La sensual Show Me mostró a un cantante que parecía estar en trance y apareándose con la canción; This Fire of Autumn estuvo dominada por un irresistible ritmo groovie; Slippin' Shoes convirtió a los británicos en una simpática orquestina de barrio, mientras que Frozen dejó al descubierto su lado más feroz, con Staples manipulando un aparatillo que aportaba eco a su voz y trataba de abrirse paso entre guitarras serpenteantes, un saxofón indómito y algunas bases programadas. De discos anteriores ofrecieron cortes más calmados como Don't Ever Get Tired o Factory Girls, y otros que llegaron en unos bises dadivosos en los que también recetaron Medicine, el curativo single de The Something Rain.

Luego de 20 años de singladura musical, tildar el sonido de Tindersticks de pulcro y elegante se ha convertido en lugar común. Pero en verdad resulta difícil hallar adjetivos más atinados para definir la voz profunda, susurrante y hermosa de alguien que parece sentir todo lo que canta y tiene clase hasta para tocar la pandereta. Tampoco es sencillo resistir la tentación de caer en el epíteto rimbombante al describir una instrumentación soberbia y siempre delicada. Como la de Cherry Blossoms, que puso fin al concierto con Stuart Staples tocando una bella melodía de campanillas. Lo dicho. Llueve sobre mojado con Tindersticks. Y que no cese de llover.


19 marzo 2012

Concierto de Supersweet en Donostia

Supersound!!!

Feedback tuitero

Damien responde

Qué curioso. Publicas la crónica de un concierto en un periódico pequeño pensando que su repercusión será mínima pero gracias a Internet y a Twitter (o por su culpa) consigues algo que no te habías propuesto y que ni siquiera imaginabas que podría suceder: el artista responde. Anoche Damien Jurado reaccionó a un mensaje que me había enviado mi amigo Ricardo Aldarondo, que decía estar "muy de acuerdo" con la crítica aunque no salió tan decepcionado como yo del Victoria Eugenia (podéis leer su magnífica visión del concierto aquí).

Curiosamente, el estadounidense se explayó más en cuatro tuits que en todas las respuestas de la monosilábica entrevista por mail que nos remitió la semana pasada. Pero bueno. Ahí va la traducción aproximada de su respuesta: "Por desgracia, no habéis captado la idea. El concierto fue una experiencia maravillosa y percibo que la audiencia sintió lo mismo. Por resumirlo en tres palabras, no tiene nada que ver con cómo estoy disfrutando yo mismo: se llama barrera idiomática. Fue, honestamente, una de las mejores actuaciones de esta gira. Estoy deseando volver. Al margen de todo esto, gracias por venir. Lo digo de verdad. Cuidaos".

Me cuesta creer que Jurado sea totalmente sincero, entre otras cosas porque ayer le decía a otro tuitero que el concierto de Ourense había sido inolvidable, pero por no entrar en mayores polémicas -y porque lo que tenía que decir ya estaba expuesto en la crónica-, le he respondido que todo sonó genial, que sus canciones son maravillosas y Maraquopa es uno de sus mejores discos, pero que "no tuve los mismos sentimientos" que en su impresionante concierto de 2010. "Quizá fue un problema mío, pero si vuelves iré a verte de nuevo. Espero que tu música nos/me acompañe durante largo tiempo. ¡Suerte con la gira y regresa pronto!", termina el tercero y último de mis tuits.

Curiosa historia de feedback tuitero. ¿Continuará?

18 marzo 2012

Concierto de Damien Jurado en Donostia

Demasiado tarde

Fecha y lugar
. 16/03/02. Teatro Victoria Eugenia. Intérpretes. Damien Jurado (voz, guitarra acústica), Barry Uhl (teclados), Bradley Stemke (batería), Jessiah Hurlburt (bajo), Kyle Zantos (guitarra eléctrica). Incidencias. Más de tres cuartos del aforo completo para una doble sesión doble que inauguró el getxotarra MobyDick.

A
veces sucede. Adoras a un grupo o a un artista, en casa escuchas sin parar sus discos, guardas un formidable recuerdo de su último concierto y deseas volver a verlo en directo. Ese día llega, accedes nervioso al teatro, te enfrentas por fin al reencuentro pero finalmente no ocurre lo que esperabas y la decepción se impone. ¿Un problema de expectativas o de actuación mal enfocada? ¿Tuvo el artista una mala tarde? ¿O fue el espectador quien la tuvo?

Algo de todo eso hubo, quizá, en el concierto que Damien Jurado ofreció el viernes en el Victoria Eugenia. A diferencia de su visita de 2010, en la que tocó sin banda, esta vez se hizo acompañar por cuatro estáticos músicos con los que repasó, en su orden original, los diez temas de Maraquopa (2012), su última joya discográfica. La psicodelia de Nothing is the News, los guiños electrónicos en Reel to Reel, los coros de Working Titles, el aire ochentero de Museum of Flight… Todas sonaron ricas en arreglos, perfectas y luminosas, pero sin alma, como lastradas por una inexplicable contención que por momentos ensombrecía el brillo de unas canciones fabulosas.

Sin zapatos, con calcetines blancos y aferrado a su guitarra acústica -decorada con la palabra "Home" escrita sobre un mapa de Washington y una foto de su productor Richard Swift-, el ceñudo músico de Seattle pecó de un laconismo excesivo pero brindó ejemplos de lo que podía haber dado de sí el show con una interpretación de la banda no tan robótica y con otro formato de actuación no tan sujeta al último disco. En el repertorio destacó Horizons, una majestuosa y atmosférica muestra de rock progresivo repleta de destellos psicodélicos y envolventes melodías de órgano. Después, la banda se ausentó unos minutos y Damien se quedó solo para interpretar temas preciosos como Ohio o Everything Trying. Esos momentos, cuando el grupo pudo explayarse sin freno y cuando el estadounidense defendió sus canciones al desnudo, constituyeron lo mejor, lo más emocionante de la velada.

En los bises, Damien Jurado, que hasta entonces apenas había cruzado tres frases con la audiencia y se había levantado dos veces de su silla, se transformó en un individuo sobreactuado y desbocado que parecía haber sufrido una sobredosis de Prozac: comenzó a correr en círculos sobre los instrumentos, bromeó con su banda y bajó al patio de butacas a practicar el "choca esos cinco" con la concurrencia. A modo de despedida, cantó Arkansas y Cloudy Shoes a pelo, sin amplificación y sentado con su guitarra al borde del escenario. El concierto concluyó entre aplausos: Jurado había derribado el muro invisible que él mismo había levantado entre su música y los espectadores. Para algunos, sin embargo, era ya demasiado tarde.

Publicado en el periódico Noticias de Gipuzkoa.