A diestro y siniestro
Fecha y lugar. 29/04/2012. Donostia. Doka Kafe Antzokia. Intérpretes. Julián
Hernández (voz y guitarra), Javier Soto (guitarra), Ángel González
(batería), Óscar G. Avendaño (bajo), Jorge Beltrán (saxo, teclados). Asistencia. Aforo casi completo.
"NOSOTROS somos seres racionales /
de los que toman las raciones en los bares", "Tristeza post-coitum no me
mires a la cara", "Te mataré con mis zapatos de claqué"... Quizá es
solo una opinión personal, pero cualquiera de esas estrofas vale más que
muchas discografías enteras. Por eso, y porque hacía nueve años que el
rock de Siniestro Total no derrapaba en Donostia, el domingo
fue especial. Hubo reencuentro de viejos amigos y contubernio de
espectadores que aún no les habían visto en directo o solo les conocían
por sus hermanos mayores. "¡Llevo 20 años esperando verte!", gritó una
chica a Julián Hernández, que respondió veloz: "Hostia, hay gente que
por matar pasa menos tiempo en la cárcel... salvo que le apliquen la doctrina Parot".
El humor negro, verde y/o inteligente sigue siendo la marca indeleble del grupo vigués que lanzó su primer disco -
¡manda carallo!- hace ya tres décadas: son tan
veteranos que
en su debut incluían una canción en la que pedían a Jomeini que no les
tocara "la pirola". Han sobrevivido a cuatro presidentes estadounidenses
y a cuatro españoles, se han sobrepuesto a cambios de formación que
parecían irreparables -Coppini, Torrado, Costas- y atesoran más de 15
discos de géneros diversos. Julián, el último miembro fundador, mantiene
la esencia gamberra de Siniestro, que en su gira
Tierra ignota propone un "viaje alucinante por su repertorio más desconocido con llegada a los clásicos eternos".
Vestido con sombrero y botas
Dr. Marteens, el
dicharachero líder intercaló casi 40 temas ejecutados en dos largas
horas con puyas sobre la inexistencia de una cerveza nacional vasca
("jamás os podréis independizar sin ella") y chistes sobre el rey, el
Athletic y Mikel Erentxun, que actuaba a la misma hora en el Teatro
Principal. Tocaron instrumentales (
Historia del blues,
La balada del látigo) y versiones como
La luna sobre Marín (Dead Kennedys),
Soy así (Los Salvajes), o la obligada
Somos Siniestro Total (AC/DC). No faltó un recuerdo especial para Poch con
Dios salve al conselleiro, guiños a la infanta en
Joder Cristina y a Mario Conde en
Respeten nuestro dolor, además de piezas menos conocidas como
Allá tú y otras recientes como
La paz mundial.
Hacia el final, el público del Doka enloqueció con las
andanadas más ácidas de un cancionero vasto y basto, especialmente en
esa media docena de himnos encandenados en trepidante y desquiciada
secuencia punk:
Cuánta puta y yo que viejo,
Ay dolores,
Bailaré sobre tu tumba,
Ayatollah y
Matar jipis en las Cíes. Se encendieron las luces, sonó el himno de la URSS y el quinteto salió a saludar con el puño en alto. Parecía que el
show había terminado cuando volvieron con un par de temas de regalo:
¿Quiénes somos...? y
Miña terra galega (Lynyrd
Skynyrd). Un amago de pogo, los coros enfebrecidos, el vertido
indiscriminado de kalimotxo y un denso humo de tabaco lo envolvieron
todo en una nostalgia entrañable pero nada trasnochada: la inducida por
un grupo que lleva 30 años repartiendo melodías inolvidables a diestro y
siniestro.