18 octubre 2009

Concierto de Billy Bragg en Donostia


Genial mitin electroacústico

Fecha y lugar.
16/10/2009. Sala de Cámara del Kursaal. Donostia. Intérprete. Billy Bragg (guitarra). Incidencias. Medio aforo.

QUIZÁ resulte paradójico pero lo cierto es que en su último tour Billy Bragg ofrece dos (espectáculos) por uno. Y eso que se presenta solo sobre el escenario. Por un lado está su música, siempre contestataria, subversiva y más desnuda que nunca en esta gira, despojada de cualquier tipo de artificio: voz y guitarra. Nada más. Por otro, el discurso hablado, el mitin en que el británico convierte las pausas entre canción y canción, unas veces para contar chistes jocosos y otros para lanzar encendidas arengas políticas: se diría que actúa el 65% de la función y monologa el 35% restante.

Y así, solo ante el peligro, se presentó el viernes Steven William Bragg en la Sala de Cámara del Kursaal ante un rebaño de fieles espectadores que rieron todas y cada una de sus gracias, cantaron sus himnos y vitorearon sus sermones en una genial velada.

La excusa para la celebración de tan feliz asamblea musical fue la presentación del último álbum del bardo de Barking, Mr. Love and Justice (2008), una nueva colección de canciones dirigidas a la conciencia de la clase trabajadora. Entonó la pieza que da título al disco y la optimista I Keep Faith, con la que se mostró convencido de que cada uno a su manera puede contribuir a cambiar el mundo. Antes de la incendiaria y actual O Freedom, una denuncia de los excesos que cometen los gobiernos en nombre de la libertad, pronunció el speech más aplaudido. "Se debe castigar al terrorista que pone una bomba pero hay que dialogar con los políticos que le representan", proclamó, demostrando que tal vez conozca bien el caso de Arnaldo Otegi y los otros enchironados.

No faltó el tributo a Woody Guthrie, el santo al que idolatran todos los obreros de la canción protesta. Primero entonó Ingrid Bergman, uno de los temas inéditos del malogrado trovador que Bragg y Wilco musicaron hace diez años en el proyecto Mermaid Avenue, e hizo que la audiencia se desternillara con una impagable introducción que convocó a la actriz, a su marido Roberto Rossellini -autor de Stromboli-, a la hija de ambos, Isabella, y al ex marido de ésta, David Lynch, entre otros personajes. Después, rescató I Ain"t Got No Home, un clásico imperecedero del hombre que mataba fascistas con su guitarra.

Entre sorbo y sorbo a su taza de té se acordó de Joe Strummer en Old Clash Fan, siguió repartiendo puyas y señalando la contradicción de términos como catolicismo democrático, inteligencia militar o fútbol americano. Sólo se colgó la guitarra acústica en un par de ocasiones y prefirió enchufar la Telecaster para retroceder a discos como Don"t Try This at Home o Talking with the Taxman About Poetry. Del primero interpretó Sexuality, Accident Waiting to Happen y Cindy of a Thousand Lives y del segundo The Warmest Room, Greetings to the New Brunette y There is Power In a Union, una llamada a la "solidaridad internacional" que cantó a tumba abierta y con el puño levantado.

Como si del reverso musical del cineasta Ken Loach se tratara, es posible que a veces el autoproclamado patriota progresista caiga en lo panfletario, pero Bragg es, en realidad, un tipo simpático e inteligente que no juega a convencer al indeciso. Sus seguidores acuden ya persuadidos a sus conciertos para compartir música e ideas con alguien que les habla sin arrogancia, de tú a tú, convirtiendo los conciertos en una experiencia artística y comunicativa.

Para muestra, un botón. O el memorable broche de oro con la concurrencia coreando el estribillo de la eterna New England bajo la batuta de Bragg. Si eso no es comunicación, que bajen Woody (Guthrie) y Joe (Strummer) y lo vean.





16 octubre 2009

Exposición de H.R. Giger en el Kursaal


El oscuro pasajero

El de Hans Ruedi Giger no es el más confortable de los mundos. Ni siquiera para vivir una aventura ficticia. Entre sus habitantes se cuentan criaturas horripilantes, peligrosos extraterrestres, diosas satánicas y extraños seres híbridos resultantes de la fusión del metal y la carne. Todos ellos transitan por lugares oscuros, parajes industriales y civilizaciones devastadas y, en definitiva, incómodas.

Sin embargo, hace tiempo que el poder subyugante de su provocadora obra y su inconfundible carácter visionario le situaron como uno de los principales fundadores de la actual imaginería estética de la ciencia ficción. Una importante sucursal de ese perturbador y misterioso universo puede contemplarse desde hoy y hasta el 6 de enero en la Sala Kubo-Kutxa, que ha organizado la muestra H.R.Giger. Retrospectiva en colaboración con la Semana de Cine Fantástico y de Terror. Ni en sus mejores pesadillas habría soñado el certamen donostiarra con un prólogo tan deslumbrante a su vigésima edición, que arrancará el próximo día 31.

GIGER, ARTISTA La sala acoge más de un centenar de obras de Giger, algunas de las cuales, según advirtió ayer el propio artista en Donostia, no han sido exhibidas "ni siquiera" en su museo de Gruyeres (Suiza). El comisario de la muestra, Carlos Arena, confirmó que ésta es "la mayor" exposición sobre Giger realizada en España -hace dos años se organizó la primera en un recinto más pequeño de la Universidad de Valencia-. "Y probablemente también sea la exposición más importante de cuantas Europa ha dedicado a Giger en los últimos años", aventuró el comisario, para quien la cita de Donostia tiene un "punto reivindicativo".

Porque desde que el pintor y escultor suizo obtuvo el Oscar por el diseño de algunos decorados y de la terrorífica criatura de Alien. El octavo pasajero (Ridley Scott, 1979), las galerías y la comunidad artística le dieron la espalda por considerar que su obra, volcada hacia el cine, tenía menor calidad. Por ello, Arenas sostuvo que una muestra en un espacio que suele albergar exposiciones de importantes creadores "justifica" y reconoce "su aportación al arte moderno". "Hasta ahora Giger ha sido poco reconocido en el arte institucional y muy admirado por la cultura popular", afirmó.

La exposición La completa retrospectiva, realizada con fondos del museo del artista y donaciones privadas, inicia su recorrido en la sala donde cuelgan sus Primeros trabajos (1961-1972), dibujos a tinta como Kopf I o Máquina paridora y varios óleos de la serie Passage. En ellos se entreven ya sus principales obsesiones: la superpoblación, la guerra, los desafíos científicos (clonación, manipulación genética, robótica) o la destrucción del medio ambiente, entre otras.

También están presentes en el segundo apartado, Pintura al Aerógrafo (1972-1980), una técnica que, según recordó, le permitió pintar superando las "barreras" de los métodos que empleaba antes, que eran "más lentos". El sistema, que permite un acabado fotorrealista, consiste en aplicar la pintura sobre la superficie con una pistola sin posarla directamente sobre la superficie, algo que Giger equipara a "disparar el arte". "Es como pintar con revólver", aseveró ayer.

En la visita guiada Arenas explicó que el artista empleó el aerógrafo para plasmar su mundo "sin ideas previas" en una suerte de "pintura automática", dejando que el azar fuera moldeando trabajos como Paisaje biomecánico, en el que huesos, cráneos, motores y metales mutan en híbridos humanos. También destacan sus cuadros poblados de bebés deformes, retratos inquietantes, escenas diabólicas y paisajes surrealistas deudores de su admirado Salvador Dalí.

El tercer apartado, quizá el que más interés suscitará, es el bautizado Diseños cinematográficos (1967-1985), que incluye varios diseños originales de Alien y la cabeza original del letal extraterrestre. También llama la atención una reproducción a escala real de la criatura que, encaramada en la pared, parece descender hacia el espectador. Además, se muestran la mesa y las seis sillas Harkonnen que diseñó para el fallido Dune que primero iba a dirigir Alejandro Jodorowsky y después Ridley Scott. Al final, lo hizo David Lynch, que no empleó el material de Giger y cosechó un gran fracaso de crítica y público.

La última parte, ubicada en la sala superior, es Pintura al Aerógrafo II (1980-1985), que aglutina los últimos trabajos que realizó antes de abandonar esa técnica y centrarse preferentemente en la escultura. En la actualidad, el artista sigue creando y vive entregado a la consolidación del museo que lleva su nombre.



Saturno devorado por su hijo

La mayoría de cuantos asocian el nombre de Giger al mundo del cine quizá ignoran que en realidad su nombre sólo aparece acreditado en cinco películas y que sólo una de ellas es merecedora del título de obra maestra. Se trata, por supuesto, de Alien. El octavo pasajero (1977), el filme con el que Ridley Scott aportó una nueva y terrorífica dimensión al género de ciencia ficción.

El padre de la criatura recordó ayer en Donostia que para diseñar el alienígena de la doble mandíbula sólo tuvo que recurrir a dibujos previos de la serie Necronomicón, habitada por monstruos muy similares al de la película. El equipo, según dijo, recurría al libro como si éste fuera "la biblia". "Resultó todo muy fácil", añadió.

Sin embargo, aquel espécimen enfrentado a la teniente Ripley (Sigourney Weaver) terminó por devorar a su progenitor en una suerte de versión posmoderna e inversa del mito griego, en el que era Saturno quien se comía a sus vástagos.

"Alien terminó devorándole", reconoció ayer Carlos Arenas, el comisario de la exposición H.R. Giger. Retrospectiva. El éxito que obtuvo con la película -ganó un Oscar por los efectos especiales- le apartó de los círculos culturales más ortodoxos y le impidió ser considerado un artista. "Sé que cuando me invitan a protagonizar una exposición es por el trabajo que he hecho para el cine", dijo ayer, resignado, el propio Giger.

Proyectos fracasados
Películas "malas"

Los otros trabajos donde aparece acreditada su participación son Swissmade 2069 (Fredi Murer, 1968), Poltergeist II. The other side (Brian Johnson, 1986), Teito Monogatari (Akio Jitsusoji, 1987) y Species (Roger Donaldson, 1955), cintas menores que no respetaron las pautas del creador. "Me avergüenzo de lo malas que son algunas de ellas y por eso he dejado de trabajar en el cine", argumentó el artista, que rediseñó su mítica criatura para Alien 3 (David Fincher, 1992) pero fue eliminado de los créditos.

Entre sus filmes fracasados uno destaca por encima del resto. En 1975, Dune, la adaptación de la obra de Frank Herbert, reunió a un equipo insólito: Alejandro Jodorowsky, Jean Giraud Moebius, Dan O"Bannon, Salvador Dalí, Orson Welles y Pink Floyd. La falta de financiación dio al traste con el proyecto. ¿Imaginan qué podía haber surgido de ahí?




05 octubre 2009

03 octubre 2009