30 junio 2008

Concierto de Roger Hodgson en el Kursaal

Nadar en la nostalgia

Fecha y lugar. 29/06/08. Teatro Victoria Eugenia. Donostia. Intérpretes. Roger Hodgson (piano, teclados y guitarra), Aaron McDonald (saxo, armónica, etc.).

QUIENes anoche pasaron del balompié y optaron por acudir al Kursaal ya sabían a lo que iban: a darse un baño de nostalgia a cuenta de Roger Hodgson, uno de los miembros fundadores de la célebre banda Supertramp. Salvo tres o cuatro piezas extraídas de su exigua discografía en solitario, el resto del repertorio lo acapararon los grandes éxitos de Supertramp -Take a Long Way Home , Give a Little Bit , Breakfast in America , The Logical Song , Dreamer , It´s Raining Again - que, todo hay que decirlo, Hodgson tiene pleno derecho a seguir interpretando. Al fin y al cabo él fue quien firmó sus letras.

El músico británico alternó el uso de la guitarra, los teclados y el piano de cola, y compareció con la única pero eficaz compañía del saxofonista canadiense Aaron McDonald.

Juntos lograron que el público -escaso pero incondicional- olvidara que no había bajo, batería ni otros instrumentos de apoyo. Dio igual. Roger Hodgson conserva intacta su característica voz, tan evocadora que uno cierra los ojos y cree estar escuchando a los mismísimos Supertramp en los 70. Ello demuestra irrefutablemente que, pese a quien pese, Hodgson -y no otro- era el verdadero alma del grupo británico.


16 junio 2008

Concierto de CocoRosie en el Victoria Eugenia


Planeta CocoRosie

Fecha y lugar. 29/05/08. Teatro Victoria Eugenia. Donostia. Intérpretes. Bianca y Sierra Casady (voces, arpa, sintetizadores, guitarras y diversa artillería sonora), Gael Rakotondrabe (teclados) y Tez (beatboxer).

Se abre el telón y aparece una joven tocando el arpa sobre una melodía circular que un músico interpreta en un majestuoso piano de cola. Todo parece clásico y convencional hasta que el espectador repara en la indumentaria de la arpista, que sobre un camisón largo viste una camiseta de Los Angeles Lakers. La extrañeza aumenta cuando al otro lado del escenario otra joven, también con el rostro curiosamente maquillado, manipula distintos artilugios electrónicos que emiten sonidos imposibles. Mientras, un tipo larguirucho emplea su boca como si fuese una infernal e imparable caja de ritmos.
Todo es tan extraño que podríamos estar asistiendo al rodaje de un filme de David Lynch o buceando en lo más profundo de un raro sueño. Pero lo cierto es que lo que albergó el Victoria Eugenia en la tarde del jueves fue el debut -onírico, eso sí- de CocoRosie en Gipuzkoa. Las hermanas Casady tardaron en salir a escena e incluso mosquearon a parte del personal, que se aburrió hasta la náusea con unos teloneros que bien podrían haberse ahorrado el viaje transoceánico hasta Donostia. Pero el cabreo se disipó rauda y velozmente en cuanto las dos hermanas desplegaron su artillería sonora y dejaron boquiabierto a un público que, justo es decirlo, compareció altamente predispuesto a vibrar con CocoRosie. Y no es para menos.
Quizá se les note demasiado su empeño en ser, estar y parecer diferentes, pero asistir a un concierto del grupo estadounidense es una experiencia, cuando menos, distinta e inquietante. Sobrecoge escuchar la bella voz de Sierra Casady, que puede parecer una auténtica cantante de ópera, y ver cómo su hermana Bianca ejerce de contrapunto, con una tesitura vocal más estridente y juguetona que recuerda a la de Björk. Se nota que la música es para ellas un juego, un divertimento en el que todo, hasta lo más excéntrico, está permitido. Por eso se permiten el lujo de profanar una melodía cercana a la música clásica y/o folk con extraños ruiditos pregrabados de animales, trenes o juguetes.
Tocaron temas de sus dos primeros discos, La Maison de Mon Rêve (2004) y Noah's Ark (2005) -fueron especialmente aplaudidos Turn Me On y Beautilful Boyz-, pero se centraron especialmente en su último trabajo, The Adventures os Ghosthorse and Stillborn (2007), del que interpretaron, entre otros, Bloody Twins, Promise, Animals o Werewolf, temas que supieron llevar al terreno del hip hop por el que tan alegremente transitan en los últimos tiempos. Y al feliz resultado contribuye Tez, el beatboxer de cuya boca brotan sonidos humanos que parecen electrónicos y que convirtieron el teatro donostiarra en un templo consagrado a la música disco posmoderna.
En una entrevista publicada el jueves por este periódico decían que no les gusta jugar a definir su estilo. ¿Dream pop, freak folk, indie? " Si quieres poner algo en tu artículo, puedes escribir que hacemos música para el fin del mundo". Música que, además, interpretan en penumbra, con la tenue iluminación de varias proyecciones perturbadoras, como si no quisiesen despertar al público de un sorprendente sueño musical.