24 mayo 2009

Cartel para un concierto de Bugge Wesseltoft en Damasco


Viva la globalización

NO
es tan fiera como la pintan la denostada, temida y apocalíptica globalización. De vez en cuando sirve para provocar acontecimientos tan felices y curiosos como el siguiente: una foto tomada por este humilde fotero en San Sebastián en 2008 ha servido para que un diseñador libanés haga un cartel anunciando un reciente concierto del músico noruego Bugge Wesseltoft en Damasco. ¿No es maravilloso?

Ahí va el making off. El último Jazzaldia organizó una propuesta, Gaubira, que este año, por falta de presupuesto, no parece haber encontrado hueco en la programación. Consistía en una noche entera de actos y conciertos en distintos escenarios de Donostia, donde, para variar, la música sonó literalmente hasta el amanecer. Curiosamente, las dos citas más interesantes de la jornada llegaron de la fría noruega: el dúo simon&garkunkeliano Kings of Convenience actuó al atardecer en la playa de la Zurriola y el pianista y experimentador Bugge Wesseltoft hizo lo propio ya de madrugada en la intimidad del Victoria Eugenia.

Un año después de que las fotos de este último fueran colgadas en la página de Flickr, se interesó por ellas un tal George Rouhana, que resultó ser un diseñador que vive en Beirut. Compró la foto por un precio simbólico y explicó que la utilizaría para ilustrar el futuro cartel de un concierto que Wesseltoft iba a dar el 12 de mayo de 2009 en Damasco. El resultado lo podéis ver en este mismo post, porque el bueno de Rouhana no sólo me ha facilitado el archivo digital del poster, sino que ha tenido la amabilidad de enviarme por correo postal un ejemplar en su tamaño original -68x48 cm-. El cartel ha llegado un poco magullado, pero sus arrugas y los exóticos sellos con la efigie del presidente Hariri ayudan a imaginar lo ajetreado que ha tenido que ser su largo viaje desde Beirut.

Hasta la vuelta de Nueva York, podéis quedaros con la imagen original que dio inicio a esta anécdota. See U !!!

Conciertos del Azkena Rock Festival


El último primero

SEPTIEMBRE
o mayo. El último festival o el primero. Da lo mismo. Aunque el Azkena de Vitoria se celebrase en plena semana de Navidad, Mendizabala seguiría llenándose de pies negros y melómanos que ven, escuchan y beben todo cuanto se les pone a tiro. Volvió a ocurrir el pasado fin de semana en la octava edición de la cita rockera, cuya floja jornada inaugural fue salvada por dos gabachos, The Inspector Cluzo, que gustaron con su mezcla de rock y funk. Por su parte, las féminas que encabezaban el cartel del jueves, la requetevista Juliette Lewis y las noventeras The Breeders, hicieron lo que se esperaba de ellas, sin mayores sorpresas ni alharacas.

dos blancos 'negroides'
The Black Crowes y Cooper

El viernes Vitoria se caldeó en lo climatológico y en lo musical. Qué conciertazo el de Eli Paperboy Reed, un blanquito insultantemente joven del que estarían orgullosos cadáveres tan ilustres como Otis Redding, James Brown y, sobre todo, Sam Cooke. Hubo, asimismo, una entrañable dosis de pop-rock setentero y alcanforado a cargo de la mítica banda británica The Zombies, y sus compatriotas punkies Uk Subs cumplieron con solvencia la difícil papeleta de sustituir a los Bad Brains, que cancelaron su concierto de Vitoria sin justificación alguna.

A medianoche, varias aves de buen agüero sobrevolaron el escenario principal y ofrecieron un concierto brillante que, no obstante, no fue del gusto de todos. Han sido demasiados años waiting for The Black Crowes y quizá ello provocara que los estadounidenses no cubrieran las expectativas de algunos a pesar de su potente y enérgica descarga de rock.

La última noche era, por supuesto, la de Alice Cooper, que a sus 61 tacos sigue representando el teatrillo de collares, camisas de fuerza y espadas. Su repertorio, como su influjo en el rock de las últimas décadas, es incuestionable, y también lo es su música, que roza la categoría de mítica. Pero si el espectador olvida el respeto que se le debe a un grande como él y toma una cierta distancia, corre el riesgo de ver algo de trasnochado y casposo en un anciano que actúa tenebrosamente maquillado y en mitad del show simula morir ahorcado. Eso sí. No se debe cometer la imprudencia de opinar tal cosa en presencia de su legión de fans. Por lo demás, ese mismo día varios grupos -Dan Auerbach, Woven Hand, The Soundtrack of Our Lives- habían protagonizado estupendos conciertos. Posiblemente el mejor fue el de Mike Farris que, en la misma línea de Eli Paperboy, brindó una propuesta plena de ventoso y buen soul. Tiene bemoles que dos caucásicos hayan dado la campanada con sus respectivas funciones negroides en un Azkena notable que, al menos en lo referido al calendario, ha hecho bueno el dicho que reza: "Los últimos serán los primeros".



22 mayo 2009

Concierto de Jackson Browne en Donostia


Bonito es

Fecha y lugar.
19/05/2009. Victoria Eugenia. Donostia. Intérpretes. Jackson Browne (voz, guitarra), Mark Goldenberg (guitarra), Kevin McCormick (bajo), Jeff Young (teclados, voz), Mauricio Lewak (batería), Chavonne Morris (voz), Althea Mills (voz). Incidencias. El concierto duró algo más de dos horas y media con un descanso de unos 20 minutos.

EL público donostiarra ardía en deseos de volver a verle y lo demostró abarrotando el Victoria Eugenia. Antes del concierto un amigo vasco que había charlado con él unos minutos reveló que el californiano llegaba con la garganta un tanto tocada, pero lo cierto es que no se noto más que en dos ocasiones, porque Jackson Browne es un vocalista fino incluso cuando se confunde.

Empezó enérgico con Boulevard y dulce con Barricades of Heaven, y cambió las seis cuerdas por los teclados en Fountain of Sorrow. Los apuntes de steel guitar hicieron aún más hermosa la sobrecogedora These Days, balada compuesta a la mayor gloria de Nico y que ilustra a la perfección el carácter preciosista -que no barroco ni edulcorado- del pop de Browne, al que no le falta ni le sobra nada.

De su último álbum interpretó la homónima Time the Conqueror, Live nude cabaret, Giving that Heaven away y Off of wonderland, "una canción que habla de que el amor puede cambiar el mundo". "Algo en lo que todavía algunos creen, incluido yo", puntualizó. Y fue tocando distintos instrumentos de su arsenal de guitarras, todas perfectamente amaestradas para alumbrar un sonido pulcro y perfecto al que tal vez le falte un poco de peligro, porque algunos espectadores, como uno que demandó rock and roll a voz en grito, habrían disfrutado más si Browne hubiese sido un poco más agresivo. Qué lástima que no abundaran momentos como el que cerró la primera parte de la velada con Doctor my Eyes y About my Imagination, dos temazos que ensambló para forjar un explosivo clímax a base de soul, rock semiduro, unas gotas de groove e incluso un gospel maravilloso.

Tras el bajón del intermedio de 20 minutos, regresó invocando el espíritu del folk con Something fine, una antigua y desnuda tonada a la que siguieron la agitada I'm Alive y dos composiciones comprometidas: la antibelicista Lives in the balance , adornada con ecos flamencos, y la tropical Going down to Cuba, incluida, como Just Say Yeah, en el último disco. Evidenció su fuerte conexión con España dedicando Bright Baby Blues al finado Antonio Vega y cerró la segunda parte con Late for the Sky, The Pretender y la trotona y colosal Running on Empty, con la que sació un poco la sed de rock del personal.

En los bises obvió su hit más conocido, Stay, pero regaló la pegadiza Take it Easy que escribió para los Eagles y dedicó al País Vasco I Am a Patriot, emperejilada con un toque de marchoso reggae.

Todo, por supuesto, sin que al amigo Jackson se le moviera un solo cabello de su fina melena. Un poco más de garra y de nervio es, quizá, lo único que se le puede pedir a un show que, por lo demás, es intachablemente bonito y elegante.