22 agosto 2012

Jazzaldia (II): Sharon Jones y Dayna Kurtz

Gran bola de soul

(Segunda crónica de la Jazz Band Ball del Jazzaldia 2012: 19/7/12)

EL ajustado horario de cierre de este periódico dejó ayer en el aire la crónica de la Jazz Band Ball inaugural, que el jueves congregó en la Zurriola y las inmediaciones del Kursaal a unas 26.000 personas que disfrutaron de uno de los arranques festivaleros más redondos de los últimos años. Tras la estupenda impresión dejada por Brittany Howard y sus Alabama Shakes, la acción se trasladó del Escenario Verde a la terraza Heineken, donde Dayna Kurtz presentó Secret Canon Vol. 1 (2012), un disco de versiones con el que la estadounidense ha evitado el camino fácil. En lugar de elegir canciones conocidas, le ha quitado el polvo a "temas que llevaban perdidos desde hace tiempo y que nadie ha interpretado en muchos años", según relató ella misma al público.

El resultado es un irresistible ramillete de melodías de los años 50 como la melancólica Do I Love You o la juguetona Don't Fuck Around With Love, entre las que hay soul, rockabilly y, sobre todo, jazz susurrante, ideal para embriagarse en garitos humeantes (cuando fumar en espacios cerrados aún no era ilegal) y tararear mientras se chasquean los dedos (algo que por ahora, y solo por ahora, no está prohibido por ley). En algunos tramos de la función, Dayna Kurtz empleó una guitarra prestada porque, tal y como confesó, "mi acústica es muerte", expresión que en spanglish aludía a su instrumento recién roto al que dedicó Take me in your arms. Acompañada por un finísimo trío de jazz clásico (piano, bajo y batería), la cantante mostró una vertiente distinta a la de anteriores visitas a Donostia, pero exhibió la misma voz áspera, sensual y extraordinaria, tan grave que a veces parecía masculina. El público la escuchó con un respeto reverencial y le dedicó varias salvas de aplausos que al despedirse ella correspondió con una elegante reverencia.

A la misma hora actuaban en otros escenarios The Excitements, grupo catalán liderado por la espídica cantante mozambiqueña Koko Jean Davis, y los locales Nevermind Trio, la propuesta más eminentemente jazzística de una jornada presidida por el soul. La imposibilidad de disfrutar del don de la ubicuidad impidió gozar de las citadas bandas, pero no de la última actuación de la velada que comenzó 30 minutos después de medianoche: Sharon Jones & The Dap-Kings. Como mandan los cánones, antes de que la gran soul sister irrumpiera en escena, el grupo hizo una introducción instrumental y las dos coristas, tan buenas que podrían liderar sus propias bandas, cantaron sendos temas.

Hasta que, invocada por un discreto maestro de ceremonias, apareció la arrolladora Sharon Jones, enfundada en un traje de lentejuelas y flecos que no cesaron de agitarse durante hora y media de extenuante espectáculo con el punto justo de verbena. La antigua carcelera, segurata y camarera ("para cantar bien el soul tienes que haber vivido antes", decía ayer) impartió una lección de música y vida. Y de baile, por supuesto. Durante todo el concierto, desde las iniciales Hey Baby y He Said hasta el final con 100 Days, no dejó de contonearse como una posesa mientras sus cuerdas vocales se tensaban hasta lo inverosímil. Su torrencial voz y su actitud deudora del mejor James Brown contaron además con el soporte de una tremebunda banda de blanquitos de alma negra, The Dap-Kings, que funcionaron como una implacable locomotora sónica, con irresistibles ritmos sincopados e insospechados quiebros funk.

Cualquiera en su sano juicio mataría por llegar a los 56 años con la mitad o un tercio de la vitalidad de Sharon Jones, una verdadera fuerza de la naturaleza que en un tema larguísimo mostró cómo se bailaban en 1956 danzas como el twist, el funky o el boogaloo. Cacareó, jadeó, repitió "Wait a minute" una y mil veces y sacó a bailar primero a un joven y luego a una cuadrilla de chicas que hicieron lo posible por seguirla. No hubo bises pero nadie se atrevió a reprocharle nada a Mrs. Dinamita. Había cumplido con creces tras un vibrante show de 90 minutos en el que terminó descalza sobre un escenario donde, al menos en esta edición, no volverá a crecer la hierba.

 
 
  
 

   
 
 
 

Publicado en Noticias de Gipuzkoa.

21 agosto 2012

Jazzaldia (I): Alabama Shakes, Juan Zelada, Triz3ps...


El jazz puede esperar

(Primera crónica de la Jazz Band Ball del Jazzaldia 2012: 19/7/12)


CIERTO es que en las últimas dos ediciones los cabezas de cartel de la Jazz Band Ball gratuita tenían mayor tirón mediático. En 2010 Patti Smith inauguró el Festival en mitad de un diluvio de agua y rock, mientras que el pasado año el honor correspondió a B.B. King, que ofreció un concierto mediocre -emplear un adjetivo más suave sería faltar a la verdad-. Puede que ayer no hubiera nombres a la altura de las mencionadas leyendas, y eso se notó en la afluencia a la playa, bastante menor a la de inauguraciones anteriores, pero nadie podrá negar la calidad de las actuaciones de tres mujeres poseedoras de voces acongojantes: Sharon Jones, Dayna Kurtz y Brittany Howard (Alabama Shakes).

sweet soul alabama Son, como quien dice, recién nacidos en el oficio de juntar notas musicales, pero a las 21.30 horas aterrizaron en Donostia precedidos de una expectación sin límites. Las principales publicaciones musicales del mundo se han puesto de acuerdo en calificar a Alabama Shakes como una banda excepcional, algo que a priori puede sorprender si se tiene en cuenta que su propuesta es un ejercicio de revisionismo musical, dicho sea esto sin ánimo peyorativo. Las influencias de este grupo estadounidense, con un solo disco en el mercado Boys & Girls (2012), no pueden estar mejor asimiladas. Una intro tranquilita dio paso a Hold on, uno de sus temas estrella. Después continuó desgranando piezas del que hasta ahora es su único álbum. Sin duda, la fuerza del grupo reside en un contundente directo y en un chorro de voz atronadora que brota de una boca que se abre hasta casi desencajar la mandíbula.

Hay quien ha querido ver en su modo de cantar ecos de Janis Joplin, y recuerda mucho, pero ella prefiere compararse a Bon Scott. No en vano, ella, que primero tocó en una banda de bluegrass y en un grupo punk, suele citar a AC/DC como una de sus influencias. Aunque lo más fácil sea calificar el sonido de Alamaba Shakes como neosoul, lo más justo es definirlo como un gran grupo de rock, creado y tocado con las tripas.

El sonido sureño se apoderó de la playa, a la que poco a poco fue bajando el público, durante una hora y dos bises. Brittany solo descansó entre descarga y descarga rockera para mostrar su faceta más delicada con baladas que le permitían secarse el sudor. Se despidió con una canción de tono gospel, al grito de I wanna funk you y un nítido muchas gracias.

La rotativa engullía este diario poco después del comienzo de las actuaciones de Dayna Kurtz, The Excitements y Nevermind Trio, por lo que poco más se puede añadir. La última función, la de Sharon Jones & The Dap-Kings, también quedó lejos de la hora de cierre de este periódico, aunque si las previsiones no fallaron, la renovadora del soul y del rhythm and blues ofreció un vibrante y demoledor show atravesada ya la frontera de la medianoche.

musculoso soul Sí hubo, en cambio, tiempo para disfrutar y narrar con más detalle los conciertos que tuvieron lugar varias horas antes. En sintonía con la oferta de la Jazz Band Ball de este año, hubo más soul, blues, rock y funk que jazz, un estilo que no adquirirá protagonismo hasta hoy con las actuaciones de Jimmy Cobb, la apertura de la Triniy la Gaujazza del Victoria Eugenia.

El jazz, por tanto, puedo esperar, porque la inauguración simultánea en las terrazas del Kursaal corrió a cargo de Triz3ps, Travellin' Brothers Band y Juan Zelada. Desde la reciente presentación de su disco homónimo, el trío conformado por Javi P3z, Alberto Bosch y Oriol Flores ha protagonizado multitud de conciertos por estos lares. Ayer volvió a ofrecer su receta de soul musculoso, con Javi cantando en su característico falsete temas como Pretérito, Lejos de aquí, Andrómeda o Trifunka. Como ellos advirtieron al público que les escuchaba sentado desde el césped artificial, esta vez eran Quintuceps, pues sobre el escenario les acompañaban Paul San Martín y Luis Camino a las precisiones. No faltaron los alaridos funk made in James Brown ni los bises que recordaron uno de los proyectos más lejanos y queridos de P3z: Parafunk. El público, a esa hora aún muy familiar, coreó temas como Baile (con el magnífico estribillo "El que no quiera que no baile") y Domingo, en la que tuvieron cabida diversas soflamas y guiños al Oye cómo va. P3z se despidió cantando en euskera y entre aplausos.

Por su parte, Juan Zelada gustó al público con su pop versátil, deudor, según él mismo, de artistas como Paul Simon, James Taylor o Ray Charles. Aunque el músico es oriundo de Madrid, está afincado en Londres y se ha hecho un hueco en la escena británica. De hecho, una disquera tan prestigiosa como Decca le ha publicado su álbum de debut, High Ceilings & Collarbones (2012). Acompañado por una formidable banda de guiris que incluía sección de vientos, Zelada alternó teclados y guitarra acústica en un show íntimo -por el reducido tamaño del escenario- pero muy divertido y marchoso. El músico amenazó con poner en danza a la gente sentada a la sombra de los tamarindos y a punto estuvo de lograrlo. Sí consiguió que el público cantara cumpleaños feliz al guitarrista Luke Higgins en su gran día.

Travellin' Brothers Big Band, originarios del delta del Nervión, quizá por la ubicación de su escenario, fue la propuesta que más publico congregó... y no solo entre el público, sino también sobre las tablas. A ello contribuyó el tiempo agradable que acompañó ayer a la Jazz Band Ball. Por fortuna, el pronóstico de Euskalmet promete que hoy no lloverá.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 Publicado en Noticias de Gipuzkoa.