19 noviembre 2008

Concierto de Emily Jane White y Antonia Font en el Victoria Eugenia


Chicas melancólicas,
muchachos extraterrestres


Fecha y lugar. 14/11/08. Victoria Eugenia. Donostia. Emily Jane White. Emily Jane White (voz, guitarra y teclados) y Carey Hope Lamprecht (violín). Antonia Font. Joan Miquel Oliver (guitarra), Pau Debon (voz), Pere Manel Debon (batería), Joan Roca (bajo) y Jaume Manresa (teclados).

EL Victoria Eugenia acogió en la desapacible noche del viernes un programa doble tan atractivo como dispar y cálido. La cantautora Emily Jane White llegó desde San Francisco ligera de equipaje, con su guitarra acústica, un teclado y la compañía de la violinista Carey Hope Lamprecht para presentar el álbum Dark Undercoat (2007). Inauguró la velada Bessie Smith , tema con el que la californiana reconoció a una de sus principales referencias -otras son cantantes como PJ Harvey o Edith Piaf y escritoras como Sylvia Plath y Emily Brontë-. Tras susurrarle a la negra emperatriz del blues que moriría en el cielo sólo por encontrar su alma, White alternó las seis cuerdas con las teclas y desgranó un repertorio intimista y de fuerte contenido nostálgico. Su voz sonó hermosamente triste cuando habló de un sangriento tren fantasma en Dark Undercoat o de la hierba sombría en Wild Tigers that I Known , tonada edificada sobre una irresistible melodía de piano. En otras piezas no incluidas en el disco, como Victorian of America o Ghost of a Horse , la sutil labor de la violinista, que empleó el pizzicato y aportó algunos coros, subrayó más aún la melancolía que exuda la música de una joven artista que en tiempos pretéritos flirteó con el metal y el punk pero que ahora practica folk y blues de alta factura.

La segunda parte de la sesión tuvo como protagonista a un grupo de culto, Antonia Font, cuyo pop cantado en catalán es uno de los más reconocidos de la escena patria. De acuerdo con su particular universo literario -poblado de cosmonautas, cohetes y transbordadores-, los mallorquines vuelan alto, libres de corsés estilísticos, y son capaces de arrimarse a las músicas más insospechadas. Prueba de ello es la sorpresa que algún despistado se llevó cuando, tras las iniciales y amables Portaavions , Love Song , A Rússia y Alegría , el show derivó hacia una pintoresca fusión de hip hop y rock progresivo en la estrafalaria y contundente Astronauta rimador , en la que el vocalista Pau Debon exhibió sus mejores cualidades de frontman.

Los extraterrestres de Palma prosiguieron dispensando píldoras cómico-surrealistas con títulos como Amazones asa lluna , Tokio M'es igual , Robot o Armando Rampas . Juguetearon con la rumba, el jazz, la psicodelia y el funk -el órgano groovie y la artillería electrónica de Jaume Manresa constituyen uno de los pilares del combo-, y se manejaron con una calculada y divertida actitud naif que también es marca de la casa. Dijeron "adeu" y "gràcies" con el techno bailable de Wa Yeah y regresaron con un par de bises, el bipolar Bamboo y el genial Batiscafo Katiuscas , una balada marciana en torno a un vehículo submarino de color desconocido pero impresionante estribillo: "Rayos de sol atraviesan / azules marinos / las algas vuelven verdes / y brillan las estrellas / que ya se ha hecho de noche / y el plancton se ilumina / y cantan las ballenas / a treinta mil kilómetros de aquí". Antonia Font. Otra prueba palmaria de la existencia de pop inteligente en la periferia.


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