08 abril 2009

Concierto de Omara Portuondo en el Kursaal


Gracias a ti

SI
usted ha paseado su mirada por los inolvidables fotogramas de Buena Vista Social Club (1999), esa obra maestra del cine que Wim Wenders creó a partir del disco de Ry Cooder, la recordará inevitablemente. Al inicio del filme Omara Portuondo paseaba por las calles de la Habana tarareando Veinte años junto a sus vecinos. La cámara del cineasta alemán también captaba el instante en el que la dama de la canción cubana trataba en vano de contener las lágrimas al terminar de interpretar Silencio, cantada a dúo con el difunto Ibrahim Ferrer.

Son, sin duda, imágenes y músicas que emocionan al más taimado, especialmente si se revisan diez años después, con buena parte de sus protagonistas ya fallecidos. Ferrer no es el único que ha pasado a mejor vida: antes que él nos dejaron Compay Segundo y Rubén González, y hace escasos días se reunió con ellos Orlando Cachaíto López.

La salud y un inquebrantable amor a la música han permitido a Omara, 79 años, continuar al pie del cañón luego de seis décadas ininterrumpidas sobre el escenario. El título de su último álbum, Gracias (2008), lo dice todo. Y esa canción que le escribió Jorge Drexler fue la primera que ofreció, a modo de declaración de intenciones, nada más aterrizar ayer en la Sala de Cámara del Kursaal proveniente de Bahrein.

Salió vestida de negro, con pañuelo, moño y una amplia sonrisa. Quizá el cansancio tuvo la culpa pero fue una lástima verla tan pendiente de leer las letras de las canciones sobre el atril. Sin embargo, a una diva que lleva 60 años sobre las tablas se le pueden perdonar ciertos deslices. La falta de memoria al interpretar temas de su último álbum, como Yo vi o Adiós felicidad, la suplió con un gran chorro de voz que, ése sí, mantiene intacto. Estuvo más suelta en canciones antiguas como la sabrosona Tal vez, con la que logró levantar a los más bailarines de la butacas, la cadenciosa Tres palabras o la nana Drume negrita que empleó para dormir a un bebé imaginario.

Continuó con una pieza escrita por su hijo, Nuestro gran amor, y con O que será, que en su último trabajo canta junto a Chico Buarque. El momento de recordar a Ibrahim Ferrer con Dos gardenias -sólo guitarra y voz- fue el más conmovedor de la noche. Tras Semillita y Mil congojas llegaron los dos temas de Pablo Milanés incluidos en el álbum, Tú mi desengaño y Ámame como soy .

Mención aparte merece el súper grupo que acompañó a Portuondo: Swami Jr. (guitarra), Harold López Nussa (piano), Felipe Cabrera (contrabajo) y Andrés Coayo y Rodney Yllarza Barreto (percusiones) exhibieron una versatilidad apabullante en todos los estilos, desde la descarga al bolero pasando por el son. En su momento de lucimiento con la instrumental Los tres golpes demostraron un talento equiparable al de las bandas más talentosas que visitan nuestros festivales de jazz.

Omara regresó a escena con la sobrecogedora Veinte años y se despidió con La Sitiera y la prometida Guantanamera, coreada alegremente por los espectadores, que ondearon alguna bandera cubana que llamó la atención de la artista. El único bis de la velada fue Bésame mucho, interpretada con el único acompañamiento de la guitarra. Una delicia de concierto que terminó con un pensamiento unánime por parte del público: "Gracias a ti, Omara".

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola yo soy de cd obregon sonora y tengo apenas dos años de ser seguidor de omara, de los buena vista (que para mi son los mejores musicos y cantantes del genero)y de todo lo que tenga que ver con la musica cubana que se a convertido en uno de mis generos favoritos, gracias por la reseña de omara para mi esta exelente felicidades por tu blog