Ni tan encasquillados, ni tan mustios
Fecha y lugar. 10/10/10. Velódromo de Anoeta. Donostia. Intérpretes. Axl Rose (voz), Frank Ferrer (batería), Tommy Stinson (bajo), Richard Fortus (guitarra), Ron Bumblefoot Thal (guitarra), Dizzy Reed (guitarra), Chris Pitman (teclados), Dj Ashba (guitarra). Incidencias. El concierto comenzó con más de dos horas de retraso. La organización contabilizó unos 4.500 espectadores.
ES un clásico. Cualquier crónica de una actuación de Guns N" Roses incluye forzosamente alusiones al tiempo que la banda tardó en saltar al escenario, y estas líneas, por supuesto, no son una excepción. Una injustificable demora en la llegada de los camiones que transportaban el material escénico a Donostia retrasó el inicio del concierto más de dos horas y provocó que los espectadores tuvieran que hacer cola bajo un respetable aguacero. El público aguantó estoico y, aunque tuviera pleno derecho a mosquearse, no alcanzó el extremo de citas en las que se ha practicado el lanzamiento de botellas contra Axl Rose o incluso se ha arrasado el mobiliario del auditorio.
Al filo de las 21.30 horas, Sebastian Bach, ex vocalista de Skid Row, apareció en escena para protagonizar 60 minutos de heavy canónico: aullidos imposibles, melena al viento y solos guitarreros de infarto. "Estamos muy contentos en la ciudad con el nombre más bello", repetía una y otra vez, feliz por tocar en una localidad que se llama como él.
Los Guns -o lo que queda de ellos, ya que Axl es el único miembro primigenio de la empresa fundada en 1985- salieron arrolladores al ritmo de Chinese Democracy, que presta el título a su último y denostado álbum. De él tocaron media docena de canciones como Sorry, Shackler"s Revenge o Madagascar, que fueron más bien ignoradas por una audiencia ávida de clásicos. El primero, Welcome to the Jungle, no tardó en sonar, y estuvo acompañado por un apabullante despliegue pirotécnico, con proyecciones, llamas y fuegos artificiales. Luego llegó Mr. Brownstone, también de su álbum de debut, Appetite for destruction (1987), que tuvo un especial protagonismo, pues también cayeron It´s So Easy, Rocket Queen, Sweet Child O" Mine, Nightrain y Paradise City. Del díptico Use Your Illusion (1991) tocaron Live and Let Die (la versión de McCartney), You Could Be Mine (de la banda sonora de Terminator 2), November Rain (con Axl al piano) y Knocking on Heaven"s Door (de Bob Dylan). Faltó -lástima- la evocadora Civil War que, sin embargo, sí tocó el disidente Slash en el Azkena Rock de Vitoria de junio.
Se echa en falta la presencia de quien fuera arquitecto del sonido Guns N" Roses -no en vano, uno de los actuales guitarristas, DJ Ashba, parece querer imitarle, en las poses y en el sombrero de copa que cubre su cabeza-, pero Rose hace un buen papel como animal escénico que siempre fue. Algo fondón, con mostacho motero y un amplio catálogo de sombreros y pañuelos, el pelirrojo no llega a algunos agudos, entra y sale constantemente del escenario -quizá para inhalar oxígeno o doparse con solomillo irundarra-, pero por suerte, y en contra de todo pronóstico negativo, conserva su voz en mejor estado del esperado. Y no deja de correr, saltar y bailar durante dos horas y media de trepidante show. Los revólveres de Axl Rose pueden no ser tan mortíferos como en el pasado, pero a juzgar por lo visto y escuchado el domingo, no están tan encasquillados como algunos pregonan. Y tal vez sus rosas no mantengan la frescura y la fragancia de antaño, pero tampoco parece justo asegurar que son flores mustias.
Quizá sea por los prejuicios y las bajas expectativas con las que algunos acudieron al concierto, pero la banda suena enérgica y rotunda, y sus miembros van sobrados de actitud, también en los interludios donde lo mismo rockerizan a James Bond y La Pantera Rosa que evocan el Another Brick in the Wall de Pink Floyd. Aunque muchos de quienes presenciaron la gira de hace cuatro años hablaron de auténtico desastre, los Guns N" Roses de 2010 siguen ofreciendo un espectáculo más que digno tanto para el fan más ultra como para el aficionado de base.
Tras revisitar el Nice Boys de los Rose Tattoo, sonaron, ya en los últimos bises, el baladón Don"t Cry, la versión espídica del Whole Lotta Rosie de AC/DC y el himno Paradise City, que concluyó con más fuegos de artificio y una formidable lluvia de confeti rojo, una suerte de october rain. Para entonces, pocos -por no decir nadie- recordaban ya el retraso de dos horas y daban por amortizados los 60 euskos de la entrada.
Publicado originalmente aquí.
2 comentarios:
Me hubiese encantado ir. Tu colección de fotos empieza a ser bastante impresionante
¡Gracias, Anónimo comentarista!
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