12 diciembre 2006

Concierto de Iñaki Salvador Noneto


Como en familia

Iñaki Salvador piano
Itxaso Gonzalez voz
Víctor de Diego saxo
Mikel Andueza saxo
Hasier Oleaga bateria
Gonzalo Tejada contrabajo
Jackie Berecoechea trompeta
Jonathan Hurtado teclista
Javier Juanco guitarra


El título de la crónica se puede entender en un doble sentido, musical y personal, pues es obvio que el donostiarra Iñaki Salvador se sintió como en familia durante su concierto del lunes en el Kursaal. Llegó para presentar su último disco, Faro, escoltado por los ocho intérpretes –“referencias imprescindibles en lo musical y en lo personal”– que junto a él componen el noneto que, por encargo del Jazzaldia, debutó el año pasado en el cuadragésimo cumpleaños del certamen. Entre el público también había importantes allegados como Ana Pimenta, compañera sentimental y socia escénica de Salvador, y Mikel Laboa, padre espiritual de este último. Tras la proyección de un making off de la grabación del disco, el recital arrancó con la atmosférica Faro, tras la que Salvador y su prole musical interpretaron todas y cada una de las siete piezas que integran el álbum casi en el mismo orden. Después llegaron Branka 3, que comenzó con unas hermosas digresiones de piano solo, y Pathology, un indisimulado homenaje a Pat Metheny que puede identificarse como tal desde el juego de palabras del título. El espíritu de Jabier Muguruza sobrevoló la sala con una versión de Benino edo Benito y acto seguido, el irundarra se hizo carne y habitó en el Kursaal, donde cantó Haurrak haunditzen doaz junto a Itxaso González, que dejó de lado su dulce tarareo jazzy para entonar una hermosa letra de Xabier Lete que el pianista dedicó a Daniela, su nieta recién nacida. Tras la apetitosa Branka 2, el concierto finalizó con la jocosa Cántico. También en clave familiar, hubo un bis, el estándar God bless the child, que sonó como un bello espiritual negro. La apuesta no era fácil; no suele serlo cuando se congregan en el mismo escenario más de cuatro o cinco músicos de jazz. Pero el noneto de Iñaki Salvador apareció perfectamente conjuntado y demostró que este nuevo proyecto debería tener continuidad más allá de encuentros puntuales.

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