Calculada distorsión
Quien ya saboreó su poderoso directo en la primera mitad de los 90 tuvo la oportunidad de reencontrarse con un grupo de culto que, como alardean sus propios integrantes, "sigue sonando igual de bien". Quien no tuvo el placer de verlos hasta el concierto que ofrecieron el sábado por la noche en Gazteszena asistió a un trepidante espectáculo musical que constituyó una auténtica y humilde lección de rock and roll.
Aunque es probable que pronto le ponga remedio a tan flagrante delito , El Inquilino Comunista no publica un álbum con material nuevo desde 1996 y en los últimos tiempos sólo se deja ver por los escenarios tres o cuatro veces al año. Pero a juzgar por el espectáculo que el cuarteto ofreció en la sala de Egia parece que en cada concierto que ofrecen despliegan hasta el último átomo de energía acumulado tras largos años de inactividad, porque tocan como si les fuera la vida en ello.
Las guitarras de Álvaro y Santi continúan sonando tan sucias como melódicas; la pegada de Leta aún no tiene rival en la escena vasca, mientras que el showman Ricardo -ex de Los Clavos- demostró destreza e imaginación con las cuatro cuerdas. ¿Adjetivos para definir el bolo? Crudo, enérgico, contundente, trepidante, adictivo y ruidoso. Muy ruidoso. Y es que El Inquilino Comunista demostró diez años después que el ruido y la distorsión, creados con calculada sabiduría, pueden dar origen a grandes canciones y a mejores conciertos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario