ES harto difícil sustraerse a la rabia animal que Chrissie Hynde continúa derrochando sobre el escenario. A juzgar por lo visto y oído anoche en el Kursaal de Donostia cualquiera diría que le faltan tres años para convertirse en sesentona. La vocalista y guitarrista estadounidense regresó a la capital guipuzcoana con sus renovados The Pretenders y con disco reciente bajo el brazo, Break Up The Concrete. Y con mucha energía.
La talludita concurrencia vibró con sus éxitos de siempre -I'll Stand By You, Brass in Pocket y Don't Get Me Wrong- pero además recibió con actitud entusiasta los nuevos temas: suenan, por supuesto, a rock and roll, pero contienen ecos rockabillies y sureños, aderezados con unas gotas de punk desaforado que puso en danza a buena parte de la audiencia.
A estas alturas, escribir en esta crónica de urgencia que Hynde es una de las voces más carismáticas del rock de los últimos 30 años es casi una perogrullada. Pero es que resulta insultante que conserve tan buena forma. Quizá no fuera casual la versión del Forever Young de Bob Dylan que cantó hacia el final de un show en el que dio una lección de veteranía impartida con un espíritu endemoniadamente joven.
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