Genial mitin electroacústico
Fecha y lugar. 16/10/2009. Sala de Cámara del Kursaal. Donostia. Intérprete. Billy Bragg (guitarra). Incidencias. Medio aforo.
QUIZÁ resulte paradójico pero lo cierto es que en su último tour Billy Bragg ofrece dos (espectáculos) por uno. Y eso que se presenta solo sobre el escenario. Por un lado está su música, siempre contestataria, subversiva y más desnuda que nunca en esta gira, despojada de cualquier tipo de artificio: voz y guitarra. Nada más. Por otro, el discurso hablado, el mitin en que el británico convierte las pausas entre canción y canción, unas veces para contar chistes jocosos y otros para lanzar encendidas arengas políticas: se diría que actúa el 65% de la función y monologa el 35% restante.
Y así, solo ante el peligro, se presentó el viernes Steven William Bragg en la Sala de Cámara del Kursaal ante un rebaño de fieles espectadores que rieron todas y cada una de sus gracias, cantaron sus himnos y vitorearon sus sermones en una genial velada.
La excusa para la celebración de tan feliz asamblea musical fue la presentación del último álbum del bardo de Barking, Mr. Love and Justice (2008), una nueva colección de canciones dirigidas a la conciencia de la clase trabajadora. Entonó la pieza que da título al disco y la optimista I Keep Faith, con la que se mostró convencido de que cada uno a su manera puede contribuir a cambiar el mundo. Antes de la incendiaria y actual O Freedom, una denuncia de los excesos que cometen los gobiernos en nombre de la libertad, pronunció el speech más aplaudido. "Se debe castigar al terrorista que pone una bomba pero hay que dialogar con los políticos que le representan", proclamó, demostrando que tal vez conozca bien el caso de Arnaldo Otegi y los otros enchironados.
No faltó el tributo a Woody Guthrie, el santo al que idolatran todos los obreros de la canción protesta. Primero entonó Ingrid Bergman, uno de los temas inéditos del malogrado trovador que Bragg y Wilco musicaron hace diez años en el proyecto Mermaid Avenue, e hizo que la audiencia se desternillara con una impagable introducción que convocó a la actriz, a su marido Roberto Rossellini -autor de Stromboli-, a la hija de ambos, Isabella, y al ex marido de ésta, David Lynch, entre otros personajes. Después, rescató I Ain"t Got No Home, un clásico imperecedero del hombre que mataba fascistas con su guitarra.
Entre sorbo y sorbo a su taza de té se acordó de Joe Strummer en Old Clash Fan, siguió repartiendo puyas y señalando la contradicción de términos como catolicismo democrático, inteligencia militar o fútbol americano. Sólo se colgó la guitarra acústica en un par de ocasiones y prefirió enchufar la Telecaster para retroceder a discos como Don"t Try This at Home o Talking with the Taxman About Poetry. Del primero interpretó Sexuality, Accident Waiting to Happen y Cindy of a Thousand Lives y del segundo The Warmest Room, Greetings to the New Brunette y There is Power In a Union, una llamada a la "solidaridad internacional" que cantó a tumba abierta y con el puño levantado.
Como si del reverso musical del cineasta Ken Loach se tratara, es posible que a veces el autoproclamado patriota progresista caiga en lo panfletario, pero Bragg es, en realidad, un tipo simpático e inteligente que no juega a convencer al indeciso. Sus seguidores acuden ya persuadidos a sus conciertos para compartir música e ideas con alguien que les habla sin arrogancia, de tú a tú, convirtiendo los conciertos en una experiencia artística y comunicativa.
Para muestra, un botón. O el memorable broche de oro con la concurrencia coreando el estribillo de la eterna New England bajo la batuta de Bragg. Si eso no es comunicación, que bajen Woody (Guthrie) y Joe (Strummer) y lo vean.
1 comentario:
nada que objetar al a crítica. Así lo vi yo también
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