22 diciembre 2010

Concierto de Motörhead en Donostia


El A-B-C del rock and roll

Fecha y lugar.
16/12/10. Polideportivo de Anoeta. Donostia. Intérpretes. Lemmy Kilmister (bajo y voz), Phil Campbell (guitarra), Mikkey Dee (batería). Incidencias. El aforo estuvo casi completo. Los teloneros fueron Bad Way.

EL grupo de Lemmy Kilmister se presenta al estilo de esas reuniones de dipsómanos anónimos que comienzan con una confesión del tipo: "Me llamo Fulano y soy alcohólico". Con idéntica franqueza, ellos salen a escena y proclaman: "Somos Mötorhead y tocamos rock and roll". Lo repiten al final del bolo por si cupiera alguna duda. Pero no cabe ninguna, porque durante hora y media de salvaje espectáculo, los británicos ofrecen una violenta andanada de rock sucio, bronco y acelerado. Su sonido, por tanto, poco tiene que ver con estilos como el trash o el heavy con los que habitual y gratuitamente se les emparenta.

Lo suyo es más bien un punk apresurado -incluso introducen algunos temas con el entrañable "one-two-three-four"- y pasado de vueltas y decibelios. La nefasta acústica del Polideportivo de Anoeta afeó un poco la contundencia sonora de la actuación que Motörhead ofreció el jueves en Donostia dentro de la gira The World is Yours, pero ayudó a confirmar que, 35 años después de su nacimiento, siguen esquivando las demostraciones de virtuosismo o los solos interminables y horteras. Sólo hubo dos, uno de guitarra y otro de batería, y lo demás fue A-B-C, donde A sería el gran Lemmy con su voz y su bajo atronadores; B el eficaz guitarrista Phil Campbell y C el asombroso baterista Mikkey Dee. Un fabuloso power trio no apto para tímpanos delicados.

Sonaron algunos temas del nuevo disco y clásicos como Stay Clean, Metropolis, Ace of Spades y, sobre todo, el último bis: Overkill. El concierto concluyó con Lemmy -ojo al dato porque en Nochebuena cumplirá 65 años como mesías del rock guarro- ametrallando al público con su bajo en plan Johnny Cash. Un aguacero de katxis de cerveza y kalimotxo caía sobre los espectadores, que a buen seguro necesitaron unas cuantas horas para desalojar tanto ruido de sus pabellones auditivos...


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