19 junio 2009

Homenaje a Mikel Laboa en El Antiguo



Un corazón antiguo que latía joven

El
frontón de El Antiguo se quedó pequeño para acoger la inmensa emoción que presidió el homenaje del barrio donostiarra a Mikel Laboa. El del viernes de la semana pasada no fue un acto más, sino un tributo casero, pequeño y grande al mismo tiempo, porque estaba organizado por los de casa -la asociación Antiguotarrak y el grupo de dantza del mismo nombre- y celebrado cerca del hogar del músico fallecido hace ahora seis meses. Unas 500 personas y un buen número de curiosos que desde el exterior trataban de no perder comba siguieron atentos un festival protagonizado por personas de todo signo y condición, por gentes diversas que pusieron de relieve el largo alcance de un artista cuya sombra ha cobijado durante décadas a creadores de distintas generaciones y estilos artísticos manifiestamente distantes.

Por eso entusiasma ver a un clásico como Erramun Martikorena y a un viejo rockero como Niko Etxart compartiendo tablas con los jóvenes Gorka Urbizu (Berri Txarrak), Karlos Osinaga (Lisabö) o Anari, que echó el telón del acto con una majestuosa versión del Antzinako bihotz . Fue una pena que el apartado del homenaje dedicado al rock and roll -Laboa parecía rejuvenecer en contacto con los nuevos músicos- no fuera más extenso. Porque precisamente, uno de los momentos cumbre de la noche fue el que sirvió para devolver a los escenarios a Xabier Montoia, antiguo vocalista del grupo M-ak que últimamente parece más centrado en sus tareas literarias y que revisó rabiosa y poderosamente Ama hil zaigu . Impagable.

Antes habían tocado y cantado Luberri Abesbatza, Iker Goenaga y el citado Niko Etxart, que convirtió Baga-biga-higa en un simpático rock and roll acústico. Oreka TX interpretó el tema que Mikel Laboa cantó para el grupo en su debut, Quercus Endorphina , y su txalaparta puso ritmo a los iconoclastas bailes de Kukai Dantza Taldea, con Jon Maya al frente. El público celebró los bertsos de Andoni Egaña y Maialen Lujanbio, así como la proyección de imágenes en las que Bernardo Atxaga, Lluís Llach y varios vecinos y personas cercanas al homenajeado glosaron su figura. Y también asistió divertido a las intervenciones de Xabi Strubell y Eneko Abrego con Dilistak y sorprendido al ver aparecer a Ruper Ordorika, que no estaba anunciado en el cartel.

"Mikel Laboa. Kantari. Euskaltzale. Lagun. Galantari. Auzokide. Gizaseme. Esker onez". Así reza la placa que desde hace unas pocas horas le recuerda en el mercado de su barrio. El reloj marcaba la una y media de la madrugada cuando el afectuoso homenaje concluyó con la entrega de un recuerdo a Marisol Bastida, su viuda. Y el público, que parecía negarse a abandonar el frontón, entonó a coro Txoria Txori junto a todos los artistas que intervinieron en un tributo que, de seguro, no será el último, pero sí uno de los más personales que Laboa pueda recibir.





































Esto ocurría la semana pasada, y el martes presentaron Mikel Laboa 1934-2009, un documental sobre la figura del músico que merece la pena ver.

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