18 noviembre 2010

Concierto de Rafael Berrio en Donostia


Algo delicado y difícil

Fecha y lugar.
16/11/10. Club Victoria Eugenia. Donostia. Intérpretes. Rafael Berrio (guitarra), Imanol Solores (violín), José Luis Lanzagorta (piano). Incidencias. Aforo completo. Un centenar de espectadores.

HACÍA algunos meses que no disfrutábamos de la imponente presencia de Rafael Berrio sobre un escenario. En marzo rememoró su célebre y rockero disco Amor a traición (1994) en Le Bukowski y el pasado martes actúo en el Club del Victoria Eugenia para presentar su nuevo y prodigioso trabajo: 1971. Compareció en elegante formato de trío (voz/guitarra, violín y piano) y, con el aforo completo, repasó el álbum casi de manera íntegra. Solo se dejó en el tintero El amor es una cosa rara, un tema con aires de fado, y la cabaretera Es simple. El resto las tocó a su antojo, sin respetar el orden original y en un concepto sonoro mucho más minimal.

Primero sonaron, preciosas, Cómo iba yo a saber y Las mujeres de este mundo, a las que siguieron ese single mayúsculo llamado Simulacro y Mis amigos, un divertido canto a la amistad beoda en el que Berrio se dirige a sus colegas llamándoles "borrachos distinguidos". Los "eternos planes de fuga", recurrentes en la obra del artista, quedaron reflejados en la épica Como Cortés, mientras que la hermosa Tú tienes a tu lado un ángel convirtió al intérprete en un émulo donostiarra del Lou Reed más sosegado. En Oh, verdad desnuda, recitó más que entonó el magnífico poema en el que "la vida canta un réquiem y la muerte una nana". La última pieza de 1971 fue, quizá, la más redonda: Este álbum noqueó emocionalmente a quienes saben, por su propia experiencia, cuán hiriente puede ser enfrentarse a una colección de fotografías habitadas por fantasmas del pasado.

Las catacumbas del Victoria Eugenia parecieron aún más oscuras cuando interpretó el doloroso pero bello tríptico del proyecto Lieder, que incluye canciones dedicadas al vino, el amor y la muerte. Absolución la defendió en soledad y En tu nombre e In Memoriam junto al violinista Imanol Solores. El teclista José Luis Lanzagorta regresó para la única propina, Algo delicado y difícil, la composición más añeja de la noche, extraída del LP Harresilanda (2005).

Terminaba así un recital sobresaliente que, en poco más de una hora, convenció y conmovió a la audiencia, incluso sin los trabajados arreglos del disco. Porque las letras de Rafael Berrio son tan certeras e incontestables que les basta bien poco para tenerse en pie: una melodía más o menos sencilla pero siempre subyugante, y un modo arrebatador, carismático y muy personal de interpretar los textos. Algo delicado, difícil y al alcance de unos pocos.

No hay comentarios: