06 noviembre 2011

Cierre del Kutxa Kultur Festibala (I)


Seis horas musicales

DURANTE casi 30 años y hasta hace tres, el Velódromo de Anoeta acogía en febrero un espectáculo deportivo bautizado como Las Seis Horas de Euskadi. El Velódromo recuperó ayer el formato festivo de las sesiones interminables, superando ampliamente esa media docena de horas y reemplazando el entusiasmo eléctrico del ciclismo de pista por la emoción intrínseca de la música.

Más de 2.000 personas asistieron anoche a la intensa traca final de Kutxa Kultur Festibala, aunque a los grupos más madrugadores les tocó pelear en un ambiente más desangelado. Rock Privado, que saltó al escenario a las 18.00 horas, actuó ante una audiencia, efectivamente, casi privada. La banda donostiarra desplegó su receta de rock clásico, acompañada en esta ocasión por el saxo de Roberto Pacheco, que aportó un color especial al sonido del grupo. Su propuesta, tan honesta como bien ejecutada, mereció ser más pública.

A las 19.00 horas, tras un breve intérvalo amenizado por megafonía con Wilco, que firmó el inicio perfecto de esta semana musical, hizo su aparición Krell y con ellos, los juegos de luces y de pantallas, y los primeros pasos de baile del personal. Su rock de influencias germánicas, que recuerda a la electrónica oscura de los 80 abanderada por Kraftwerk, impregnó los temas del concierto, todos del grupo donostiarra, salvo uno de Dunkelheit, la exbanda de Etor, su carismático cantante.

Thee Brandy Hips debieron de pensar que la jornada tormentosa que había deparado la meteorología era una señal para estrenar su disco Raincoat (Impermeable), que publicarán a principios del próximo año. Arriesgaron apostando casi en exclusiva por los temas nuevos -solo introdujeron uno de sus cosechas anteriores- y acertaron: sorprendieron gratamente con un sonido más compacto, con más desarrollos instrumentales, imprimiendo la sensación de haber dado un decisivo paso adelante.

Con un público que ya excedía del binomio familiares y amigos, ofrecieron una actuación muy profesional, apoyada en una gran interpretación y en temas prometedores como el adelanto que acaba de ver la luz, Dissolve your love in water.

Los siguientes en desfilar, We Are Standard, también tocaron el single de su nuevo disco -disponible el 29 de noviembre-, 7.45 (Bring me back home), que ya suena como apetecible aperitivo en las radios. Los getxotarras, tan solventes como siempre, regalaron un directazo, un show de alta potencia que provocó un movimiento sísmico general en las plantas de los pies de los asistentes, ayudados por el medio lleno del Velódromo que permitía circular y danzar sin apreturas.

Dirigidos por Deu Txakartegi, en su habitual pose provocadora -"¿De dónde venís? ¿De Andorra? ¿Solo vais a bailar con un grupo de todos los que estamos aquí?", espoleó al público-, We Are Standard se vació para inocular sus ritmos bailables sin necesidad de excesiva cacharrería electrónica, en temas como The last time, de su segundo disco, o, como rúbrica, la obligada versión de I´m waiting for the man de la Velvet Underground.

Aún quedaban por brillar en el diluvio musical Fanfarlo y Primal Scream, las estrellas más rutilantes del cartel, pero esta crónica -a la espera de la edición de mañana- se detiene aquí, rematada por el grito-guiño de despedida de Txakartegi, que propicia un inesperado cierre circular: Gora Indurain!

Publicado en Noticias de Gipuzkoa el 6 de noviembre de 2011.


No hay comentarios: