EN el capítulo anterior -léase con ampulosa voz en off de serie televisiva- escribíamos que el sábado la última jornada del primer Kutxa Kultur Festibala se abría con las actuaciones de Rock Privado, cuya solvente propuesta mereció más espectadores, y de Krell, que ejecutó con acierto ritmos tan oscuros como bailables. Ya con el auditorio más concurrido llegaron dos bandas amigas que presentaban trabajos inminentes: los donostiarras Thee Brandy Hips, cuyo prometedor disco Raincoat esperamos ya como agua de enero o febrero de 2012, y los getxotarras We Are Standard, que en dos semanas lanzarán su luminoso Great State, del que también dieron buena cuenta el sábado.
Para el capítulo final de hoy dejábamos las dos últimas funciones, Fanfarlo y Primal Scream. A los primeros habría sido una delicia escucharles antes del fiestón de los Standard y/o en un auditorio más reducido y silencioso, para captar mejor los matices de ese indie folk vestido con trompeta, saxo y violín. Los muchachos (y muchacha) londinenses son sólidos multi-instrumentistas y artesanos de hermosas melodías, pero en demasiadas ocasiones su elegante y suave música se perdía como un susurro en la marabunta de espectadores deseosos de bailar y gritar primariamente.
"I was blind, now I can see / You made a believer, out of me". El aullido gospel de Bobby Gillespie invadió cada rincón de Anoeta y, para regocijo de todos los creyentes de Primal Scream, la pantalla proyectó la icónica imagen de la portada del influyente disco Screamadelica (1991) al ritmo del espiritual Movin' On Up. Lo que vino después fue la fogosa y ecléctica recreación de una obra maestra del rock contemporáneo que los escoceses no repasaron en orden, sino dejando lo mejor para el final. Así, después de hacer bailar al personal a base de dub, house, rock y música dance (Slip Inside This House y Don't Fight it, Feel It), el larguirucho de la camisa de papel albal serenó a la concurrencia con las lentas -bellas pero también susurrantes- Damaged, I'm Comin' Down e Inner Flight, que contaron con sus maravillosos y respectivos pasajes de órgano, saxo y flauta travesera.
El bajista Mani saludó a los asistentes al combativo grito de "Freedom for the basques!" antes de que la función recuperara el tono con la enorme Higher than the sun, de la que encadenaron la versión normal y la dub, quizá demasiado estirada pero festivamente lisérgica y con un velódromo ya en danza desaforada. Justo en pleno subidón de la rave un descerebrado tiró un katxi de cerveza a Gillespie, que respondió a la provocación lanzándole las maracas y alcanzando a algún espectador inocente. Cosas del rock and roll… Y aún quedaba lo mejor. Primero sonó, descomunal, Loaded, con sus vientos y coros pregrabados y los míticos diálogos de The Wild Angels. La traca final no fue Shine Like Stars, la única pieza del Screamadelica que no desempolvaron, sino el himno Come Together, coreado por los feligreses con fervor místico. "To-ge-ther as One…", cantaban una y otra vez los creyentes con los brazos en alto mientras emergía de nuevo en la pantalla la imagen de la portada del disco, adorada como un ídolo profano.
Tras el preceptivo respiro, regresaron para ofrecer tres grandiosos bises al margen del disco revisitado. Plagadas de riffs stonianos y de rock de la vieja escuela, con un Bobby sobrado de forma y actitud, Country Girl, Jailbird y Rocks sonaron como tres auténticos pepinazos y sembraron la duda de si no habría sido mejor alternar éxitos de varios trabajos en lugar de hipotecar prácticamente todo el show al Screamadelica. Con todo, y durante siete horas, el ambiente fue inmejorable, la organización de la cita más que notable y la acústica del recinto sorprendentemente buena. Es hora ya de iniciar las cábalas en torno a los grupos que visitarán la ciudad el próximo año durante el segundo Kutxa Kultur Festibala. Hagan sus apuestas…
Publicado en Noticias de Gipuzkoa el 7 de noviembre de 2011.
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