21 noviembre 2007

Medeski, Martin & Wood en el Victoria Eugenia



En uno de los mensajes que colgué en el foro de fotografía Caborian alguien escribió una cita de un amigo suyo que suele decir lo siguiente: "Escribir y hacer fotos al mismo tiempo es la mejor forma de hacerlo todo como el culo". Quizá no le falte razón, y ni los textos ni las fotos que subo al blog posean la calidad que tendrían si me dedicara a una sola de las dos tareas, pero de momento pienso seguir llevando la cámara a los conciertos que tenga que cubrir informativamente. ¿Por qué? Porque el disfrute es triple: gozas con la música, gozas al sacar fotos y gozas al escibir sobre algo que te gusta.

Sin embargo, esta vez, y sin que sirva de precedente, voy a utilizar un texto ajeno para ilustrar este post sobre el concierto que Medeski, Martin & Wood ofrecieron en el Victoria Eugenia. La siguiente crítica no la firma El Humilde Fotero del Pánico, sino el periodista
ASIER LEOZ, que desde hace unas semanas se encarga de las críticas de música en el periódico Noticias de Gipuzkoa.

Mi más sincero agradecimiento, Asier, y felicidades por tus estupendos textos. Espero que este no sea el último que podemos leer en el blog.


Desmontando el ritmo

Por ASIER LEOZ


Fecha y lugar. 12/11/07. Teatro Victoria Eugenia. Donostia. Intérpretes. John Medeski (órgano y otros teclados), Billy Martin (batería y percusiones) y Chris Wood (bajo). Incidencias. 400 personas. el concierto duró dos horas y diez minutos.


Nueva visita de Medeski, Martin & Wood a Donostia, sin aguacero de por medio. El Victoria Eugenia no registró una gran entrada para presenciar al trío de jazz, pero no faltó casi nadie del espectro musical capitalino. Los asistentes, casi voyeurs en un ensayo privado, obtuvieron una sesión de jazz, funk y malabares sonoros no medible en temas -siete en dos horas largas- sino en sensaciones, en un continuo ejercicio de creación y destrucción del ritmo y del silencio empleado con sabiduría.

La batería estaba colocada de perfil para apreciar mejor las evoluciones de Billy Martin y el contrabajo en el centro. A la derecha, la jurisdicción de John Medeski, donde se amontonaban varios órganos de distinto tamaño y hasta un piano de cola. Salió el trío a escena ante un público silencioso y expectante. Sin mediar palabra, Chris Wood comenzó a extraer extrañas sonoridades de su contrabajo. El talentoso batería construía ritmos de la nada ante la mirada del profesor Medeski, parapetado en su trinchera de artilugios y teclas. El que fuera pianista niño prodigio asentía complacido mientras sus compañeros, sin dirigirse al público ni con la mirada, se restregaban en bases funk negras como el betún. Poco después, Medeski sería protagonista de una vigorosa exhibición hammond y también se adentraría, esta vez al piano, en el espesor de Farmer's reserve (1997) del que no fue fácil salir.

In Case The World Changes Its Mind , perteneciente al último trabajo que el trío ha grabado con el guitarrista John Scofield, resultó un buen campo de pruebas para que los tres jugasen a las casitas con un ritmo lento pero contagioso. Tootie ma is a big fine thing , también del disco Out louder , provocó los primeros aullidos de satisfacción. Martin incorporaba todo tipo de platos, platillos, campanitas y hasta reclamos de caza a su personal exploración rítmica, que culminó con un formidable solo. En cuanto a Wood, el más estático de los tres, alternaba contrabajo y bajo eléctrico entrando y saliendo de las composiciones con pasmosa precisión y llevando en ocasiones el timón.

El teatro se sumía en el recogimiento de una capilla gospel o en el bailoteo de un guateque setentero, según le apetecía a Medesk. En la recta final, tras un caliente intervalo de sabor antillano, el de Kentucky se soltó la melena que no tiene manipulando un artilugio eléctrico con vocación de wha wha peleón, el mismo que usa en el reciente tema What now . Retirada, inmediato regreso y contagioso funk final para dejar al público contento y tarareando los fraseos a la salida del recinto. Apenas pronunciaron veinte palabras en toda la noche, las estrictamente necesarias para presentarse y decir adiós. Sin embargo, Medeski Martin y Wood no dejaron de hablar durante más de dos horas empleando el lenguaje que mejor dominan, es decir; lo han vuelto a hacer.

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