05 febrero 2009

Homenaje a Playmobil


Muere Hans Beck,
'padre' de los 'clicks'



Observen al señor de la foto superior. ¿No tiene cara de buena persona? Pues probablemente lo fue. Quien escribe estas líneas no tuvo el placer de conocerle pero sí de disfrutar durante horas, meses y años de la gran obra de un diseñador alemán, Hans Beck, que murió la semana pasada tras una larga enfermedad y una vida consagrada a la felicidad de los más pequeños. Se le considera padre de los clicks de Playmobil, esos muñecos de juguete que desde finales de los 70 han habitado en cajas y estanterías de miles de cuartos de niños de todo el mundo.
Mi niñez, como la de otros muchos, está plagada de recuerdos ligados a esos seres diminutos de sonrisa indeleble: la noche en que los Reyes Magos echaron el ancla del barco pirata en la puerta de mi habitación y la tarde de júbilo en la que jugué con él en la bañera; los días de verano en compañía de mi amigo Javi en casa de mis abuelos Teo y Agapita, donde cualquier rastro de arena se convertía en una senda polvorienta del oeste americano por la que circulaba la diligencia Wells Fargo; los torneos que mi hermana Esther, mi prima Iratxe y yo celebrábamos en torno al castillo medieval... Sólo guardo en mi memoria una anécdota agridulce relacionada con los clicks y que, rescatada hoy, me parece de lo más tierna. Jamás perdoné a los Reyes que me trajeran el fuerte de Playmobil con un solo soldado del séptimo de caballería. ¿Dónde estaban los demás? ¿Y los indios? ¿Cómo demonios iba a jugar yo sin la posibilidad de originar un conflicto? La espera fue un infierno que se tranformó en júbilo cuando días después llegaron los indios y arrasaron el fuertes con sus flechas y sus lanzas. Porque en mi mundo infantil los buenos eran los indios y los malos los vaqueros que, según me decía siempre mi padre, habían invadido las tierras donde los indígenas, masacrados y vejados, habían vivido siempre. Por eso, yo solía coger a los soldados, les ponía pequeños apliques de plastilina en el pecho, en la cabeza y el cuello, y los asaeteaba con maldad de niño.

Con los Playmobil -o Famobil, porque así se llamaba la marca que la firma alemana creó en España junto a la empresa Famosa para distribuir sus juguetes en los años 80- no había reglas y el anacronismo era algo tan habitual como divertido. ¿Por qué no iba a viajar un soldado americano en una nave corsaria? ¿No podía una ambulancia moderna atender a los heridos de una refriega entre indios y vaqueros? En ocasiones, incluso, mis clicks llegaron a compartir juegos con personajes de Star Wars o de Masters del Universo. ¡Viva el mestizaje! El límite estaba siempre en la imaginación de cada cual. Y hablando de imaginación: alguna vez he pensado que mi gusto por la ficción pudo verse espoleado por las largas horas que pasé inventando historias en compañía de estos pequeños seres...

Pues bien. En junio del pasado año visité Berlín por primera vez. Uno de los momentos más curiosos del viaje fue el vivido en el mercadillo de Tiergarten, uno de cuyos puestos estaba dedicado íntegramente a los Playmobil. Como puede verse en la imagen que encabeza estos cinco párrafos, cientos de clicks de distinta clase y condición yacían en una gran mesa, mezclados unos con otros, como si fueran los restos de una cruenta batalla entre distintos momentos de la historia... La imagen podía parecer un tanto desoladora a los ojos de un adulto, pero en realidad no lo era: bastaba con observar las felices caras de los niños que escudriñaban entre los juguetes en busca de nuevos muñecos que incorporar a su colección.

Estas pocas fotos son mi particular y humilde homenaje al fallecido Hans Beck, un inventor cuyo nombre desconocía hasta hace dos días y al que me gusta imaginar despidiéndose de los suyos con una amplia sonrisa. La misma que dibujó en el rostro de las miles de criaturas que alegraron -y alegran- la infancia de millones de niños de todo el planeta.

7 comentarios:

bitxuverinosa dijo...

descanse en paz

se nos fue un gran hombre

Merovingio dijo...

Para cuando un recuerdo para nuestros Madelman y Geiperman??? Cuántos ratos de diversión...

Otro día, el Exin Castillos y el Tente Astro...

Eric dijo...

Muchos recuerdos. Yo también jugaba a que los indios fueran los buenos, me caían mejor, pero nunca tuve el fuerte, tenía que ir a jugar con él a casa de un amigo.

Anónimo dijo...

Me acuerdo perfectamente que Esther jugaba con lo niños, tu manejabas a los hombres y yo a las mujeres en mi granja de playmovil. Y el protagonista siempre era "Dick" creo que así llamabas al click granjero que siempre eras tu jeje

El Humilde Fotero del Pánico dijo...

Ay, Merovingio... Me temo que soy joven para los Madelman. Me pillaron los últimos coletazos de los Argamboys, pero siempre fui usuario de los clicks, a los que El País también ha homenajeado este fin de semana: http://www.elpais.com/articulo/Tendencias/icono/hace/click/elpeputec/20090208elpepitdc_1/Tes

El Humilde Fotero del Pánico dijo...

Y también hay dos bonitos obituarios...
Uno en Polanco News.
http://www.elpais.com/articulo/Necrologicas/Hans/Beck/inventor/clicks/Playmobil/elpepinec/20090204elpepinec_2/Tes
Otro en Pedrojota Tribune.
http://www.elmundo.es/elmundo/2009/02/04/opinion/2590539.html

Anónimo dijo...

Me ha encantado lo del anacronismo, que gran verdad! Mis primero cortos stop-motion los protagonizaron aguerridos cowboys que viajaban en ambulancias y piratas en el guardacostas... como Regreso al futuro III. Descanse en paz.