18 marzo 2009

Entrevista con Omara Portuondo en Donostia


El lunes, un día antes de entrevistar a Omara Portuondo, volví a ver Buena Vista Social Club, la película que Wim Wenders dirigió a partir del álbum que Ry Cooder grabó en La Habana con un grupo de músicos cubanos de desbordante talento. Disfruté tanto como la primera vez que contemplé sus imágenes en la soledad de los cines Astoria, aunque esta vez la proyección tuvo un cierto poso de tristeza. Buena parte de los protagonistas del filme han fallecido -Compay Segundo, Ibrahim Ferrer, Rubén González, Cachaíto López- y ello hace que se congele la sonrisa que provocan múltiples secuencias memorables, como la del dúo Ferrer-Portuondo interpretando el hermoso bolero Silencio.

Afortunadamente, algunos artistas del club como Eliades Ochoa, Manuel Guajiro Mirabal o la propia Omara continúan en la carretera. Esta última presentará Gracias, su último álbum, el día 4 de abril en el Kursaal de Donostia. Ayer, precisamente, esta joven de 78 años visitó estos lares y fue un placer compartir charla con una dama tan amable, socarrona y fotogénica.

Pasen y lean.


"Todavía siento un terror tremendo cuando llega el momento de salir al escenario"

Portuondo, la gran dama de la canción cubana, inicia mañana en Rouen (Francia) una nueva gira internacional que le llevará por Austria, Suiza y Bahrein. El 4 de abril recalará en el Kursaal donostiarra para presentar 'Gracias', el álbum con el que celebra 60 años sobre las tablas

Omara Portuondo, 78 años, vive una segunda juventud desde que en los 90 fue reclutada para el proyecto Buena Vista Social Club, el disco de Ry Cooder que Win Wenders convirtió en exitosa película. Ahora da las gracias a todos los que le han acompañado en una singladura de más de seis décadas.

¿Desde cuándo se recuerda cantando?

Desde que era niña. Yo bailaba con la música de las orquestas que sonaban por la radio. Mis padres, que eran aficionados, me enseñaron canciones como Veinte años y La Bayamesa , que todavía hoy forman parte de mi repertorio. Recuerdo a mi madre fregando y cantando a dos voces con mi padre. Ellos sabían que yo sería artista y que representaría a la cultura del país.

No es muy común que los padres apoyen las veleidades artísticas de los hijos...

En mi caso puedo decir que no sólo me apoyaron, sino que me animaron. Y eso que en aquel tiempo había muchos prejuicios en torno a los artistas. Fíjese, los hombres que en aquella época estudiaban piano eran considerados homosexuales. (Risas) Mi padre, antes de ser jugador de béisbol profesional, trabajó de tramoyista en un teatro, y conoció a todos los artistas. Estaba familiarizado con ese mundo.

¿Qué puede contar sobre su formación?

Nunca estudié música... En la escuela estuve en un coro de canto que influyó mucho en mi formación. Y luego destacaría a mi padre, que me enseñó a hacer segundas voces. Mi casa era un lindo hogar, no había lujos y algunas veces no teníamos para comer. Bebíamos agua con azúcar para tomar fuerzas, pero era todo tan bonito que nunca veíamos ningún problema.

Y llegó la profesionalización.

En los 40 canté durante un tiempo en un conjunto de filin , un estilo que en realidad era una versión cubanizada de la bossa nova con algunas pinceladas de jazz norteamericano. Íbamos a cantar a una casa lejos del centro que no tenía dinero para pagar la luz, y los músicos seguían tocando a oscuras cuando anochecía. Después pasé quince años, de 1952 a 1967, en el cuarteto vocal Las d'Aida, que fue una experiencia absolutamente maravillosa. Qué más podía pedir si todo lo tenía... Hacíamos distintos espectáculos, y también cantábamos en la radio y en la televisión. Me fui relacionando con unos y con otros ... De hecho, a los músicos del Buena Vista Social Club los conocí mucho antes de grabar el disco de Ry Cooder en los 90.

¿Cómo le gusta definirse?

Como una gordita a la que le gusta mucho el dulce. Me gusta el deporte, hacer ejercicio, y adoro la música, tanto la clásica como la popular. También me gusta la danza y el ballet clásico. ¡Yo bailé en el Tropicana! Ya apenas leo, pero admiro mucho a los escritores y a los pintores... Me defino como una persona sencilla, normal, a la que le gusta su trabajo: cantar. Mis necesidades son normales y no me gustan las cosas de marca. Tengo algunos trajes para mis actuaciones pero para estar en casa prefiero prendas con las que me sienta cómoda.

¿Se considera presumida?

En las actuaciones sí. Me siento muy femenina y me encanta haber nacido mujer. Lo siento por ustedes los hombres pero prefiero ser mujer. También me hace muy feliz haber sido madre de un niño, Ariel Jiménez, que ahora trabaja conmigo y es mi manager. No me gusta fumar, ni beber alcohol. No me gustan las fiestas. Prefiero hablar tranquilamente con los amigos de música o ir a un concierto con alguien.

¿Es usted tan natural en su barrio como se le veía en la película 'Buena Vista Social Club'?

Tal cual. Voy por la calle y la gente me saluda, me pregunta dónde actúo... Es que el cubano es muy sociable. Y a mí me gusta ser así, no de un modo forzado, sino espontáneo. Toda la gente que trabaja en la música en Cuba se conoce y si alguien me propone cantar con él siempre estoy dispuesta a hacerlo.

¿Le interesan las nuevas músicas?

Bueno. Por ejemplo, no me gusta el reggaeton, lo oigo pero no participo de él.

Cachaíto, el bajista recientemente fallecido que colabora en su disco 'Gracias', grabó un álbum propio con instrumentos modernos y arreglos electrónicos. ¿No le interesa intentar una experiencia similar?

Sinceramente, a mí ese disco nunca me gustó. Era un bajista fabuloso y podría haber sacado mucho más partido a ese trabajo, creo que él mismo no estuvo cómodo. Yo he cantado cosas con música hecha por ordenador y en Cuba, hace uno o dos años, canté un hip hop acompañada, eso sí, por instrumentos tradicionales. No sólo hago boleros. También he actuado con orquestas sinfónicas, me gusta cantar a capella...

¿Y con qué actitud sale al escenario a los 78 años?

Cuando llega el momento de salir al escenario siempre siento un terror tremendo. Este disco lo hemos trabajado bastante, pero antes de cantar a veces me sube la tensión. Desde las giras de Buena Vista Social Club llevamos siempre un médico con nosotros. Y sí, todavía me pongo nerviosa antes de salir al escenario.

Ese proyecto, 'Buena Vista Social Club', les ha dado una segunda vida artística.

Sí, y en los conciertos les reservo un recuerdo especial, sobre todo para Ibrahim Ferrer, excelente como cantante y como persona. Y para Compay Segundo, que murió con 95 años. Tenía esa voz tan tremenda y era muy espontáneo, con mucha chispa.

Abre su disco con un guiño a Pablo Milanés: 'Amo esta isla, soy del Caribe / Jamás podría pisar tierra firme / Porque me inhibe'. ¿Cómo ve la situación política de la isla con Raúl de sucesor de Fidel Castro?

Raúl es hermano de Fidel, nacieron de la misma madre, estuvieron los dos en la guerrilla y supongo que las cosas continuarán de acuerdo con sus características. No tengo ni idea de si puede haber algún cambio pero creo que todo seguirá más o menos como hasta ahora.

En su álbum canta 'Lo que me queda por vivir'. ¿Cómo quiere pasar el tiempo que le queda por vivir?

Pues me gustaría que fuera como en la canción: "Lo que me queda por vivir será en sonrisas". Soy bastante sociable y me interesa que lo que hago le gusta a la gente.

No quiere usted ni oír hablar de una despedida de los escenarios.

No, todavía no. Necesito hacer todo lo que pueda ahora, porque después no tendré oportunidad de hacerlo. Mientras esté aquí, en este planeta, trataré de cantar. Porque creo que, además, lo hago bien, ¿no?


Cha, cha, chá, qué rica vacilona

OMARA a secas, sin apellido, no necesita presentación. Quizá por eso fue ella misma quien, sin más dilación ni introducción por parte de terceros, dio por comenzada la rueda de prensa que ayer por la mañana ofreció en el Kursaal. Primero recordó los orígenes vascos de su familia -Portuondo - y después preguntó, uno a uno, el nombre de los periodistas presentes. "Y por favor, digan ustedes algo, que parece que sólo hablo yo", se quejó.

Epígrafe
Rueda de prensa con tonadas

Su alocución estuvo salpicada de tonadas con las que animó su comparecencia, como La Sitiera o Hasta siempre, comandante . "Aquí se queda la clara / la entrañable transparencia / de tu querida presencia / Comandante Che Guevara", cantó agitando su fular y sintiéndose socarronamente atraída por el rostro sonrosado de un periodista. Sólo le faltó cantar "Vacilón, qué rico vacilón".

"¿Y qué hace para mantener esa voz tan bonita?", preguntó una periodista. "Comer fruta: papaya, platanitos, guanabana... ¿Saben lo que es?" "Por estos lares somos más de pera y manzana", respondió la prensa. "Pues dicen que el que come manzana siempre gana", replicó Omara, dueña siempre de la última palabra.

Divertidamente coqueta, con su pañuelo y su sempiterno moño, la vocalista se declaró amante de los dulces. Y eso que aún no había degustado las torrijas del restaurante del Kursaal.

Tuvo tiempo para confesar que siempre quiso ser bailarina de ballet para interpretar El cisne negro . En sus años mozos, bailó -y vaya si lo hizo- en el famoso cabaret Tropicana, donde coincidió, entre otras personalidades, con Nat King Cole.

Se le nota profundamente agradecida y de ahí el título de su último disco, Gracias . En él participan artistas como Pablo Milanés, Chico Buarque, Jorge Drexler, Cachaíto, Chucho Valdés y Richard Bona. El 4 de abril su hermosa voz sonará en el Kursaal de Donostia, donde le acompañará un excelente grupo de músicos de jazz: Swami Jr. (guitarra), Harold López Nussa (piano), Felipe Cabrera (contrabajo), Andrés Coayo y Rodney Yllarza Barreto (percusiones).

Convencida de que "la música y el amor son muy imporantes para vivir", cantará composiciones recientes, viejos boleros y temas de Buena Vista Social Club. "Y al final tendrán que cantar Guantanamera conmigo, si ustedes no se oponen".

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