Whitfield, Petti & all stars
Fecha y lugar. 26/02/10. Centro cultural Lugaritz. Donostia. Intérpretes. Barrence Whitfield (voz), Petti (voz y guitarra), Joseba Irazoki (guitarra), Iñaki Guantxe (batería), Beñat Irureta (bajo) y Mikel Azpiroz (teclados). Incidencias. Varias personas se quedaron sin entrar a la sala porque se agotaron las entradas.
Primero fueron Señor No y Roy Loney. Después Cápsula e Ivan Julian. Ahora son Petti y Barrence Whitfield. Infatigable, el sello discográfico Bloody Hotsak persiste en su labor de propiciar bodas de conveniencia artística entre músicos locales y estrellas venidas de ultramar. La última pareja consumó su feliz matrimonio el pasado viernes en Lugaritz y ni que decir tiene que los invitados quedaron más que satisfechos con las exquisiteces servidas en el banquete nupcial.
Como buen anfitrión, Petti disparó primero y con la sola compañía de su guitarra hizo atronar su cavernosa voz para cantar tres piezas que bastarían para otorgarle el título de Supremo Bluesman del Delta del Bidasoa. Probablemente, al beratarra le habría gustado ser negro y de hecho, en el vídeo de la canción Xoriei mintzo zen entonaba su lamento con la cara embadurnada de pintura oscura. Pero a juzgar por el sentimiento con el que ejecuta sus melodías, no cabe duda de que, al margen de la raza, el euskera y la procedencia, Petti es portador del virus del blues.
También lo es Mister Barrence Whitfield, cuya garganta atesora, además, las mejores esencias del soul, el funk y el rock and roll. El navarro le hizo los coros en No Reason y Long Black Train antes de que desembarcara en escena The Bloodyhotsak, el grupo que les ha respaldado en su feliz unión. Primero recrearon la maravillosa California Star, uno de los textos escritos en su día por Woody Guthrie y musicados por Wilco y Billy Bragg a finales del pasado milenio. Después llegaron Solasaldia y Veterans day, que sonaron redondas y portentosas gracias, sobre todo, al buen hacer de una auténtica banda de all stars. Porque Petti y Whitfield se han rodeado de algunos de los mejores intérpretes de la escena vasca, y lo lógico es que el resultado sea soberbio si se cuenta con Joseba Irazoki, Iñaki Guantxe y Beñat Irureta, y si Mikel Azpiroz actúa por sorpresa como teclista invitado.
Tras otros temas interpretados por Petti en solitario, Whitfield reapareció con txapela y una camiseta negra en la que declaraba su amor a la mamia. Y es que tras grabar en los estudios Katarain de Azkarate, el de Boston es ya miembro de pleno derecho de la cofradía de la cuajada de Betelu, institución que acoge a otros guiris ilustres como Lou Reed y Fernando Saunders. Con la misma vis cómica de la que hizo gala cuando en 2008 visitó Gazteszena con The Hi Risers, Barrence cantó a capella la historia de Jack Johnson, el primer boxeador negro que ganó el Campeonato Mundial de los Pesos Pesados.
En la recta final, de nuevo con la banda al completo, sonaron, solemnes, Early Times, Apology Line, Thousand Dollar Car y Sugar Falls. Para el primer bis reservaron el clásico de Nick Lowe popularizado por Elvis Costello, (What"s so Funny "Bout) Peace, Love and Understanding, y para el último improvisaron Suzie Q, éxito conocido por la versión que la Creedence grabó en su debut de 1968. Perfecto. Y quizá lo habría sido más aún si, puestos a pedir, el combo hubiera incluido un saxofonista y el concierto hubiera superado la hora y media de duración. Quienes se quedaron con ganas de más y mejor tendrán en junio una nueva oportunidad en el Festival de Andoain, donde Barrence Whitfield, Petti y The Bloodyhotsak celebrarán su primer aniversario de bodas.
4 comentarios:
NECESITO esa camiseta!!!!
Qué mérito tienes Juan... me ha encantado la crónica y las fotos, de pronto he vuelto a escuchar la música...
Aitor
Argazki ederrak Juan! Milesker ta zorionak!
Recuerdo entrar al concierto de The Duke & The King y ver las entradas a la venta de Barrence Whitfield & Petti (si la memoria no me falla), además carteles en la calle anunciaban un próximo concierto de PVL. Havoc + Arizona Baby en el Bukovski. Vamos que no me importaría vivir en Donosti, aunque fuese solo por un mes. Todos los días no puedo recorrer 200 kms para asistir a un concierto.
Leer tu crónica (y ver las fotos) es casi como haber asistido.
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