Y la carne se hizo verbo
Fecha y lugar. 16/03/2010. Teatro Victoria Eugenia. Donostia. Intérpretes. Carlos Faemino y Javier Cansado. Incidencias. Lleno total. El espectáculo duró una hora y 40 minutos.
SALTAN a escena cual estrellas de rock, en mitad de un estruendo de guitarras eléctricas y un cegador juego de luces. Entre alaridos y piruetas, Faemino y Cansado comienzan su espectáculo con el grito, ya legendario, de "Todo esto lo hacemos por la pasta". Y durante más de hora y media se entregan a su sempiterna fórmula de "micrófonos y dos tíos hablando".
Parecido no es lo mismo, han titulado su último montaje. "Pero se le asemeja un huevo", cabría añadir. Chaqueta roja para el alto y azul para el menos alto. Viejos conocidos como el Gran Mimón -el rey del gesto, el monarca de la cucamona- o los tíos abuelos Arroyito y Pozuelón. Copas de coñac y camisas con chorreras...
En un tiempo en que los artistas parecen más modernos en función de su grado de reinvención, Faemino y Cansado se niegan a cambiar una fórmula que funciona desde hace un cuarto de siglo. Primero por convicción personal y después porque, probablemente, el público no se lo perdonaría.
La audiencia necesita reencontrarse con esos dos tipos ácratas, irreverentes, zafios, inteligentes, absurdos y, en ocasiones, indescifrables, que opinan que "Jamaica no vale ná" y lo mismo hablan del casino de Ghana que de los vórtices energéticos; del punto G que los esquimales tienen en la nariz o de un capitán de barco que quizá sea un semidiós. No hay nadie más que en el mismo chiste pueda convocar con éxito a un camarero, a Schopenhauer, a una lesbiana y a un ornitorrinco. Porque creen en el poder transgresor de la palabra y emplean una verborrea tan incontenible como subversiva.
Por eso, a modo de homenaje, el título de la presente crónica se ha perpetrado, como si de un sketch del dúo se tratara, dándole la vuelta al viejo dogma bíblico que reza "Y el verbo se hizo carne". Con ellos, por supuesto, sucede lo contrario, pues cada noche Faemino y Cansado -la carne- se transforman en verbo -la palabra-. Y habitan jocosa e hilarantemente entre nosotros, el público. Que así sea, por los siglos de los siglos, amén.
2 comentarios:
Que conste que soy devoto de ellos. Pero siempre me han parecido vagos, repitiendo eternamente el mismo modelo de humor, los mismos skeches, o como se escriba. Su capacidad para hacer humor es mucho más grande, son acojonantemente bueno, pero desde hace años me parece que se han unido al club "se dejan llevar...." (homenaje a Montes)
¡Qué envidia!
Gran crónica.
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